Hay ensayo de seis a doce. O doce y media. La rutina de la Sala Russafa obliga a los protagonistas de Somshow 2.0 a concentrar las horas de preparación del espectáculo que vuelve este sábado, después de que cerrara la pasada temporada devolviendo a Valencia al music-hall desacomplejado de los ochenta. Luis Lamas, Carmen Cardo, Annie Tébar y Pascual Peris llevan este espectáculo inoculado en las venas. Pero hay que meter tres números nuevos porque, esta vez, vuelve Margot.

«Somos sus chicos del coro», reconoce Lamas en un descanso alborotado del ensayo. «Es como una tía regañona, o como una abuela», se burla Pascual Peris. Antonio Campos, Margot, escucha más que habla, pese a que sabe que concentra buena parte de las expectativas de quienes asistirán al cabaret y, por qué no decirlo, también de los compañeros. «Cuando cerramos la temporada pasada, la sala nos ofreció volver y ahí ya decidimos que lo haríamos con ella, o él», asevera Cardo.

Ella o él es según se dirija uno al gran protagonista del espectáculo: en los ensayos quizás aún sea Antonio Campos, identidad que quedará fagocitada por completo el sábado, media hora antes de la media noche, cuando solo sea La Margot. «Yo no quería trabajar más, que tengo unas cataratas como las del Niágara y un día me voy a caer actuando», dispone al fin el propio Antonio. Pascual Peris le recrimina al instante: «Está encantado, pero le encanta quejarse». Hay, no es necesario ocultarlo, un clima creado por el resto de compañero para el retorno de la diva. No solo son los tres números creados para Margot, también «hay que adaptar el ritmo y el humor del espectáculo» al nuevo protagonista. Habrá una estrella dominando el sistema que, como anuncio entre líneas, ya se dejó caer con el grupo la pasada temporada en una función especial.

Campos asegura que no está nervioso y, además, añade un ingrediente imprescindible al cartel: se acabaron las actuaciones esporádicas, trotar por los escenarios por las buenas. Que no, que ya no está pagado, viene a decir: «Me voy a quedar ciego y ya no se cobra como antes. Vuelvo ahora con ellos, pero lo otro me lo voy a ir dejando». Lo otro no ha parado de hacerlo en estos veinte años en los que incluso ha superado un ictus, pero lo cierto es que no contaba con un cabaret así, con el resto de la banda y a su medida, desde hace casi dos décadas. «Se fue cada uno por libre, han tenido niños...», dice de sus compañeros. «Se va por las cataratas pero luego sabe que volverá», presagia Cardo, como si a un animal de escenario como Margot no se le concibiera otra retirada que la que no tiene remedio.

Este, por cierto, parece que será su año: el cabaret le tendrá absorbido hasta enero, como mínimo (cada sábado a las 23:30) y además está pendiente de estreno una película que lleva su nombre y repasará una biografía espasmódica: Seria de día y coqueta de noche será el gran colofón.

Con los cinco sobre el escenario, Somshow será de nuevo una vuelta al cabaret sin corsés que se propagó por la ciudad en los ochenta. «El music-hall siempre ha tratado de que se olviden de todo, que vengan y se diviertan», tiende la mano Cardo. «Estábamos revisando los textos hace un rato, por todo lo que ha pasado „se refiere Peris al atentado de París. Curiosamente, en sus orígenes Bataclan era una sala de music-hall. No sabes muy bien cómo colocarte, al final nosotros tratamos de entretener», reflexiona el actor. «El cabaret estaba ahí en la Segunda Guerra Mundial; se trata de hacer que la gente, que tiene muchos problemas, lo pase bien», sentencia Cardo.