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Crítica

Una lección de naturalidad

«Escenas de la vida conyugal»

teatro olympia (valencia)

De Ingmar Bergman. Versión: Fernando Masllorens y Federico González del Pino. Int: Ricardo Darín, Érica Rivas. Iluminación: Gonzalo Córdova. Dirección: Norma Alejandro.

La versión de esta obra surge de la adaptación teatral que el propio Bergman hiciera de su guión de seis episodios escritos para la televisión. Del resumen del mismo también brotó el filme que tomó el título en castellano de Secretos de un matrimonio. No es la primera vez que veo esta obra en teatro, ya que en abril de 2000, pude asistir una versión en el Teatro Rialto de Valencia, protagonizada por Magüi Mira y José Luis Pellicena. Si enlazo dicho recuerdo con el de la señalada película, lo primero llama la atención de esta producción argentina es que se ha hecho un Berman más ligero, en el que se diluye bastante la amargura y crispación de la esta crónica del resquebrajamiento de una pareja.

Puede ser discutible esta opción, pero también es cierto que la obra llega, así, a un mayor público. Pero lo que interesa destacar es una base textual de extraordinaria, matemática y carnal. Y uno de sus virtudes más claras, aparte de los diálogos, es que no vemos la progresión de la ruptura (de las caricias a los susurros) sino que asistimos a distintas escenas, trozos de vida, en distintos tiempos. Tiempos que pasan, hasta que llega un momento en que el antiguo matrimonio se ve a escondidas, encontrando en la clandestinidad un motivo para reverdecer las glorias de un pasado que ahora sabemos estéril y doloroso. La alternativa termina en tablas.

Y en una puesta en escena (Norma Aleandro) tan brillante como aparentemente sencilla, que sabe en todo momento lo quiere conseguir, drama, amargura y comedia agridulce. Y la inmensa química del el dúo actoral. Ricardo Darín, estupendo como siempre, desborda elocuencia para comunicar los distintos estados de ánimo. Pero quisiera llamar la atención de su partenaire, Érica Riva (se dio a conocer en papel de novia en el filme Relatos salvajes), y su magistral interpretación en la que no escapa ningún "punto de vista". Viveza, desenvoltura y organicidad. Una lección de naturalidad escénica.

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