Solo hay un primer disco y el resto es repetirse o buscar. La sentencia con la que asalta Najwa Nimri la entrevista parece tan rotunda que sobran las comillas. Ella y Carlos Jean, es decir Najwajean, aseguran que prefieren seguir explorando. De ahí ha salido Bonzo, su último LP, un nuevo escorzo en su carrera, otro giro violento a las expectativas. «Todo lo que hacemos tiene que ver con la inexactitud: cuando se suponía que teníamos que hacer muchos directos no hicimos ninguno, cuando todo el mundo esperaba que remarcásemos nuestra parte más electrónica nos descolgamos con un acústico. Ahora vamos a reversionar nuestra manera de ver el mundo. Son experimentos, juegos de ajedrez que nos ponemos Carlos y yo», explica Nimri.

Mañana se presentan la FNAC (19:00) la nueva criatura de un binomio que, pese a que su unión es siempre esporádica y caduca rápidamente, su trayectoria se prolonga ya casi veinte años. Eso, unido a su concepción de la electrónica, les hace sospechar que son una especie de pioneros en España. «En el primer disco, el hecho no mirar a ningún lado sí que nos hacía pensar en que estábamos haciendo algo nuevo. Luego es la gente la que dice si eres pionero o no», valora Jean. Dice el productor que la escena de la electrónica ha cambiado, que ahora se maneja entre el fenómeno masivo y el underground del club, y añade Nimri que el público también ha cambiado: «Son cada vez más pequeños y más salvajes. A veces los que más empatizan contigo son los que tienen quince años. Nosotros seguimos conservando a los fieles pero llegamos a nuevo público». Desde el primer No blood a Bonzo han discurrido ya diecisiete años, siete entre Ten years after y este último trabajo. El futuro de la pareja, insondable: «Tú no abandonas a la música, te abandona ella a ti; yo solo espero que nos abandone tarde».