Ya está a la venta su «Destino». ¿De nervios cómo va?
Tengo todos los nervios que puedas imaginar y más porque la propuesta es lo suficientemente arriesgada como para tenerlos.
¿Empieza a arrepentirse de haber cambiado de estilo?
Hasta ahora las sensaciones que tenemos con los avances van genial, aunque siempre te sientes un poco en el abismo. Pero yo considero que en la música es más divertido seguir buscando que repetirse, después de tantos años. La música va evolucionando y tú tienes que evolucionar con ella.Solo hay un primer disco...
Para mí un disco es siempre como si fuera el primero, lo digo también como consumidor; nunca me baso en lo que pasó antes. Si te fijas, nosotros sacamos en 2003 una canción que se llama Devuélveme la vida y nunca hemos vuelto a tener un sonido igual. Estamos en constante movimiento, buscando algo nuevo.
¿No le preocupa que el público añore al anterior Orozco, que piense que su momento ya pasó?
En todos estos años hay algo que me ha quedado muy claro. No sabría decirte cuál es la clave del éxito, pero sí sé que el fracaso está en tratar de gustarle a todo el mundo.
Dígame entonces a qué quiere sonar el nuevo Antonio Orozco.
Pues si te gusta el rock español aquí lo encontrarás, y también hay mucho trabajo con la electrónica. Es un proyecto que se planteó como «Origen» y «Destino». Con «Origen» hicimos cincuenta conciertos en los que rehicimos todas nuestras canciones anteriores y desde ahí seguimos evolucionando.
¿Si cambia el músico cambia también la persona?
No, yo soy el mismo, sigo siendo un cantautor. La esencia es la misma. Aunque sí que es verdad que cambia el descaro: cada vez tengo menos vergüenza y más miedo. Es una sensación curiosa.
¿Qué cuerpo le ha dejado el paso por «La Voz»? ¿No se sentía demasiado expuesto?
Entiendo que «La Voz» llegó por la suma de muchas cosas: por los ocho discos, las nominaciones al Grammy... Al final estar ahí me ha permitido compartir experiencia con gente a la que admiro mucho. Sería una hipocresía decir que he estado demasiado expuesto.
