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Crítica de ópera

Turbador y oscuro «Macbeth»

El inicio de la décima temporada del Palau de les Arts nos condujo a un turbador y oscuro Macbeth. Lo primero vino de la música, lo segundo, de la puesta en escena del alemán Peter Stein. Si, como decía Jardiel Poncela, la malas noticas hay que darlas pronto, hablaré antes de lo segundo. Stein, en su línea, quiere ofrecer hechos y no interpretaciones. En este caso, me temo, se ha quedado corto de hechos, porque vemos muy desnuda la escena para tratar esta tragedia de la imaginación. Así, el peso de conseguir la atmósfera de esta pieza nocturna la acoge el iluminador. Joachim Barth se mostró sublime en todos los efectos, salvo en uno: un exceso de oscuridad que nos impedía ver las expresiones de los cantantes.

No obstante, el director logra momentos seductores, como la aparición de fantasmas, y otros discutibles, como la escena de las brujas y de las componentes femeninas del coro camufladas como arbustos. Sugerente estética, pero no pasa de ser una broma estilo Monty Python, poco adecuada para la malignidad demandada por Shakespeare. Pero esto es secundario si se hace bien la dirección de actores: me pareció plana. El lucimiento brotó más por el talento natural de los cantantes que por las acciones marcadas. Lo cual nos conduce al protagonista de la noche, a Plácido Domingo. Impecable en el ámbito interpretativo, pero en el vocal nos hizo sufrir (sobre todo por su falta de fiato), acusando el cansancio en instantes. En la segunda parte fue a mejor, a mucho mejor, al reencuentro de su casi sobrenatural autoridad tímbrica de cantante total, es decir, con fuerza dramática. Pero no podemos olvidar que a su lado brilló Ekaterina Semenchuk. Le faltó un punto de perversión en su Lady Macbeth, y tampoco apuntó una voz sombría que pedía Verdi, pero destacó por su potencia vocal: material genuino de soprano trágica.

Me gustaron el bajo A. Vinogradov (Banco) con una voz oscura y firme, y la belleza tímbrica de G. Berrugi (Macduff ). La batuta de Námasi logró tensión y agitación (sabor verdiano) a una orquesta que volvió a encandilar. Sobresaliente cum laude para el Cor de la Generalitat. Si el origen de la ópera es el impulso de expresar emociones, en este trabajo se logra sobradamente, incluyendo el señalado padecimiento, y dejando, en discusiones de camino a casa, lo dicho sobre la dirección escénica.

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