El nacionalismo y la xenofobia que «prevalecen» en Europa se presentaron como heridas supurantes en el discurso del presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, durante la entrega de esos galardones. Carlos Gustavo y Silvia de Suecia presidieron la ceremonia de entrega de los Premios Nobel a ocho hombres y dos mujeres, que los recibieron de manos del rey ante unos 1.570 invitados. Alfred Nobel «estaría probablemente triste al saber que el nacionalismo y la xenofobia que caracterizaron la última parte del siglo XIX cuando vivió, aún prevalece en Europa con profundas consecuencias, por ejemplo la incapacidad de las sociedades para ocuparse de la actual tragedia de refugiados», denunció Heldin.

Nobel era «firme creyente en los valores humanos fundamentales», aseveró además Heldin, quien no fue el único en hablar de refugiados. El presidente del Comité Nobel de Literatura, Per Wästberg, que presentó a la galardonada, la escritora bielorrusa Svetlana Alexiévich, aseguró que sus relatos «perturban» a sus lectores, «especialmente en este año de flujo de refugiados». La ceremonia había empezado minutos antes en la Sala de Conciertos de Estocolmo, tras la entrada de los reyes Carlos Gustavo y Silvia, acompañados por la princesa heredera Victoria y su esposo, el príncipe Daniel.

La ceremonia estuvo salpicada de interludios musicales en los que por primera vez la Orquesta Filarmónica de Estocolmo estuvo dirigida por una mujer, Anna-Maria Helsing, en una sala decorada con flores en tonos pastel que evocaban la primavera.

En ese escenario se entregó, además de a Alexiévich, el Nobel de Física al japonés Takaaki Kajita y al canadiense Arthur McDonald, por descubrir que los neutrinos tienen masa; al irlandés William Campbel, el japonés Satoshi Omura y la china Tu Youyou, premiados en medicina por el descubrimiento de nuevas terapias para enfermedades parasitarias; el Nobel de Química para el sueco Tomas Lindahl, el estadounidense Paul Modrich y el turco Aziz Sancar, por descubrir los mecanismos con los que se repara nuestro ADN; y el de Economía para el británico-estadounidense Angus Deaton por sus análisis sobre consumo, pobreza y bienestar.