Cuarenta páginas al precio de dos pesetas por suelto (la suscripción anual costaba seis; ocho si había que enviar al extranjero), con textos sobre las torres de Serranos de Valencia „acerca de su imprescindible restauración, después de haber sido utilizadas como prisión„, el arte funerario y uno de Ignacio Pinazo digno de mármol y cincel. Así era el primer número de Archivo de arte valenciano, que ya incorporaba ilustraciones.
La publicación oficial de la Real Academia de Bellas Artes de San Carlos, con fecha de marzo de 1915, alcanza el centenario en unas tierras donde las experiencias culturales no suelen ser longevas. Lo celebra hoy con la presentación en el Museo San Pío V del número de 2015, que multiplica por diez las páginas del primer suelto, claro que en 1915 se publicaba trimestralmente (es anual desde 1918).
Clamaba Pinazo entonces contra «la idea tan generalizada de que el valor de un cuadro es el del dinero que por él satisfacen» y dejaba sentencias lapidarias: «Todo lo bueno es moderno; por siglos que esté hecho es joven». El texto corresponde al discurso del pintor en la inauguración del curso de 1896.
Veinte años después, la impronta dejada era tanta que el consejo de redacción de la revista decidió reproducir el mensaje de Pinazo. No iban desencaminados sobre la perdurabilidad de sus consideraciones, porque suenan actuales hoy, un siglo después.
Archivo de arte valenciano ha incluido en este tiempo „dejó de publicarse entre 1936 y 1952, durante la Guerra Civil y la posguerra „ cerca de 1.200 trabajos, con especial vocación, pero no exclusiva, por los creadores valencianos.
Almela i Vives, Sanchis Sivera, Francisco Almarche, Antonio Igual, Fernando Benito, Salvador Aldana, Ximo Company o Joaquín Bérchez son algunos de los investigadores que han publicado en la revista, que tiene una tirada actualmente de 300 ejemplares, que no se ponen a la venta. Muchos de ellos se envían a las 132 instituciones con las que tiene acuerdo de intercambio: del Museo del Prado, la National Gallery de Londres y el Rijsmuseum de Ámsterdam al Metropolitan de Nueva York.
El primer consejo de redacción estaba presidido por el pintor Gonzalo Salvá, autor del gran paisaje que decora actualmente la biblioteca de la Real Academia, y tenía como vocales a Luis Tramoyeres, Gil Roger y el barón de Alcahalí.
La publicación, concebida como revista cientítica de investigación y difusión de la cultura, no surgía en 1915 de la nada. Recogía el bagaje de los boletines, anuarios y memorias que la institución venía publicando sin continuidad estricta desde 1770.
El académico Francisco Javier Delicado será el encargado de presentar hoy el número de 2015, que incluye estudios sobre la Catedral, el palacio de Parcent, los órganos de Montesa, Paolo da San Leocadio o Sorolla en la Ribera. La norma actual es ser selectivos y no superar las 400 páginas. La publicación no ha modificado sus líneas en cien años, pero sí su diseño. El actual es hijo del académico Paco Bascuñán. Lo realizó en 2008, un año antes de su muerte. Desde entonces incorpora además un dossier monográfico, dedicado esta vez a la música.
