­Su afición al dibujo y la ilustración se le desarrolló en Albacete, donde su familia se había trasladado tomando contacto con los Gago, de quien Manuel sería el más famoso de los historietistas españoles pasado un tiempo. La influencia de éste sería enorme, tanto que llegaría a rotularle trabajos suyos mientras se realizaba como dibujante.

Las primeras colaboraciones fueron para la Editorial Valenciana, apareciendo en la revista Jaimito y extras, a razón de dos páginas por trabajo, hasta que en 1948 empezó una serie propia titulada El Rey del mar, cuyo guión era de su amigo Pedro Quesada, curiosamente también, su primer trabajo. En esta colección se aprecia el notable progreso del joven Luis Bermejo, hasta adquirir ya un firme estilo realista provisto de movimiento muy flexible, dinámico, sin pausa, pero muy descriptivo, que son las cualidades de la Escuela Valenciana iniciada por Gago, Vañó y pioneros.

En 1951 empezó a colaborar con la Editorial Rollan de Madrid con una serie que gozó de gran éxito, Aventuras del FBI, colección en principio argumentada por Alfonso Manzanares y posteriormente por un gran escritor, el madrileño González Casquel.

Esta serie le ocupó un tiempo, hasta que cansado de ella la abandonó para realizar otros proyectos. En 1954 para Ediciones Cid firmaría Federico Trotamundos a razón de una o dos páginas por cuaderno, mientras que, artista inquieto, estudiaba el arte japonés y realizaba para la misma editorial y misma revista: Chicos, una pequeña obra de arte titulada La Mujer de Nieve.

En 1956 empezaría a colaborar en la Editorial Maga de Valencia, (ciudada donde residía desde 1949), una serie inspirada en el celebre El Guerrero del Antifaz, pero también ambientada en el Oeste americano. Está considerada como su mejor trabajo, sin embargo, Apache, no llegó a apasionarle y lo dejó después de una primera parte. Aún realizó una serie corta, Roque Brío, para Editorial Maga, algún trabajo para Editorial Bruguera publicado en Colección Historias y Bisonte Gráfico Ilustrado, y ya se dedicó a trabajar para Inglaterra por medio de Bardon Art en 1962.

Después realizó colaboraciones con Selecciones Ilustradas para la Warren norteamericana y, por fin, en los años ochenta del siglo pasado, después de tres episodios de La Historia del Oeste de la Editorial Araldo, hoy Sergio Bonelli Editore y una miniserie de El Capitán Trueno, abandonaría la historieta y se dedicaría a la pintura.