Sin avisar, como llegaron algunos de sus mejores papeles, se fue ayer Alan Rickman, uno de los grandes de la escena cinematográfica y teatral británica, que falleció en Londres a los 69 años víctima de un cáncer que se desconocía que sufría. Conocido por sus papeles de villano tanto en Jungla de cristal como en Robin Hood, príncipe de los ladrones, amasó toda una legión de nuevos seguidores con la interpretación que hizo del profesor Severus Snape en la saga de películas de Harry Potter en el que a la postre fue uno de sus papeles más celebrados. Se le recuerda, además, de otras cintas como Love Actually o Sweeney Todd, donde se atrevió con el musical.

Aunque nunca se llevó un Óscar, sí recibió un Bafta a mejor actor de reparto por su papel como el sheriff de Nottingham en Robin Hood y un Globo de Oro por su papel en la miniserie Rasputín. Es difícil entender buena parte de los malos del cine más recientes sin el Hans Gruber de Rickman, que sentó las bases de cómo ha de ser el villano cinematográfico.

Aunque triunfó en el teatro inglés mucho antes de vestirse de mago en la primera película de Harry Potter, Harry Potter y la piedra filosofal, fue el papel de Snape el que le valió la admiración de toda una nueva generación de aficionados al cine. Algunos de los actores que trabajaron con él en la saga, como Daniel Radcliffe, Emma Watson o Michael Gambon, así como la misma J. K. Rowling, autora de los libros, expresaron ayer su tristeza por la muerte de Rickman y destacaron lo divertido y alegre que era. Radcliffe dijo que si intentabas hablar con él, «siempre se ponía en contacto contigo en un plazo de un día».

Además, Alan Rickman era militante del partido laborista y colaboraba con varias fundaciones y ONG.