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­¿Cómo se ve en pantalla grande?

Me emociono siempre que veo la película. Es un reconocimiento que a poca gente le hacen en vida. Yo soy más actor que transformista, porque la Margot no deja de ser un personaje. Me emociono también por la gente que viene a verme, por los amigos... No sé cómo me ven a mí, pero yo me veo más joven que ellos.

Ha envejecido mejor...

Yo creo que sí. No sé si por estar soltero, porque no tengo los problemas de los heteros y la gente que tiene familia: que si los niños, el colegio, que si hay problemas para pagar algunas cosas...

¿Siente nostalgia?

Solo de mi vida en Bétera. Entonces yo escondía mi homosexualidad. Añoro aquellos tiempos; pensé incluso en casarme y tener hijos. Tuve muchas novias para probar qué me pasaba...

¿Los hijos son una espina?

No porque ya me di cuenta de cómo era. Además, la familia es igual que los amigos, aparece y desaparece. Mientras tenía la nevera llena tenía muchos amigos. Mi casa era una orgía... de gente, no de placer. Era el anfitrión de la fiesta. Luego la vida te enseña a base de palos.

¿Y qué ha aprendido?

He tenido muchos tropiezos con representantes, empresarios y amistades. Hace tiempo me quise retirar, por la depresión. El ictus lo pasé bien pero con la depresion tuve intenciones raras. Me salvé gracias a unos primos que me tuvieron seis meses en su casa y después recuperé amistades perdidas.

¿Vivió su apogeo al límite?

Yo viví aquella época muy intensamente. La vida me ha brindado cosas que en Bétera no hubieran sido posibles.

¿En algún momento pensó que acabaría siendo un icono?

Qué va, si todo empezó de broma una Nochevieja en Bétera, después de la mili. Durante la noche me pintaron y me dijeron de hacer playback y acabé de Sara Montiel.

¿Cuando le propusieron la película qué pensó?

Quique Belloch y Rafa Marí siempre hablaban de hacer un libro. Un día, después de un espectáculo vinieron a verme y les dije que me debían un libro o una película; a la semana siguiente empezamos.

¿En algún momento ha renegado de la Margot?

Nunca. Me ha dado dinerito, fama y muchos ligues.

Entonces no lo deja.

No, no de momento, aunque ya voy para 68 años. He salvado dos depresiones y aún puedo hacerlo. Tengo problemas en los pies y ya no puedo llevar tacones, pero me pongo zapatillas.