Hay un submundo en internet ajeno al control de las grandes compañías, ajeno incluso a la omnisciente Agencia de Seguridad Nacional norteamericana (NSA en inglés), esa contra la que se rebeló el átomo Snowden. En ese universo paralelo es imposible seguir el rastro de los usuarios, verdaderos entes anónimos.

Es en ese ecosistema donde ha evolucionado el Proyecto Tor (siglas de The Onion Router, El Enroutamiento Encebollado), un complejo sistema de capas que permite que la identidad de la fuente se pierda. La extensión de la herramienta lleva, claro, aparejada la controversia sobre los límites de la libertad: si puede servir para grupos de activistas o de periodistas perseguidos por cárteles criminales, también puede ser usada a la inversa, por ciberdelincuentes cuya huella sería imposible de perseguir.

«Igual que plantear el debate sobre un martillo: está diseñado para incrustar clavos en una pared, pero puede servir para matar a alguien», ataja Pepe Borrás, director del Internet Freedom Fest, el certamen que reúne a especialistas de todo el mundo en pro de un internet sin vigilantes ni censura y que celebrará su segunda edición en Valencia entre el 1 y el 6 de marzo, concretamente en Las Naves (el año pasado se denominó Circumvention Tech Festival).

Su postura, queda claro, está a favor de un internet sin aduanas como el que plantea Tor, de ahí su arriesgada propuesta: instalar un nodo de salida de Tor en la biblioteca de Las Naves. Es decir, añadir un pasillo más al laberinto de esta red, contribuyendo a su expansión, como recogía esta misma semana Eldiario.es. Al mismo tiempo, los ordenadores de la biblioteca se convertirían en puertas de acceso a la web sin que nadie pudiera identificar el origen. «La idea caló por primera vez en una biblioteca de New Hamphsire, así que esta sería la segunda en todo el mundo en sumarse al proyecto», relata Borrás. Esos libertarios bibliotecarios yanquis fueron los primeros en unirse a una iniciativa engendrada por Tor, el Library Freedom Project, también surgida en EE UU y que propone a las librerías públicas convertirse en anfitriones del sistema en aras de proteger la total libertad de los ciudadanos que utilizan estos espacios.

Pero ojo, lo que intentará Borrás durante los días del festival no será solo una acción simbólica. Como ya ocurrió el año pasado, el certamen servirá para albergar la reunión anual de los desarrolladores de Tor (se espera un centenar de ellos) y, además, entre los invitados al festival se encuentra el conseller de Transparencia, Manuel Alcaraz. «Nuestra intención es pedirle que haga extensible la iniciativa a todas las bibliotecas públicas valencianas», declara el director del certamen.

A pesar de su defensa de los valores de Tor, Borrás apunta que es una medida que suscita muchas dudas entre los responsables públicos, tanto por la polémica que genera en la opinión pública como «por que tiene como enemigos a gobiernos muy poderosos».

De hecho, no queda claro si la biblioteca de Las Naves acogerá Tor de manera permanente o solo durante los días que dure el festival. Si bien la intención del organizador del certamen es que la medida perdure, en el centro tienen sus reservas y desde allí apuntan que aunque apuestan por iniciativas «innovadoras» como esta, la permanencia se valorará durante la semana del festival dado que «en principio se trata de una actividad puntual».

En cualquier caso, Tor servirá para lanzar el debate en el contexto de un festival coorganizado por la Unió de Periodistes, en el que se plantearán, precisamente, todos los recovecos del término libertad en la era digital.