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Antonia frente a Estela

Antonia San Juan estará el Teatre Talia durante dos semanas interpretando la obra Mi lucha, una galería de personajes que permite valorar ampliamente su gran diversidad actoral. Escribo estas líneas porque la encontré verdaderamente preocupada por los títulares de la crónica del estreno que firmó Pepe Sancho, donde afirmaba: «soy creyente y de derechas». Antonia habia recibido muchas llamadas de amigos y conocidos preguntándole por estas manifestaciones que, según ella, no dejaron de ser un ejercicio de ironía sacado de contexto.

«No soy atea, no soy creyente y las ideologías murieron en el siglo XX». Y lanzaba esta afirmación al aire con la inocencia y la quietud de su yo real, una Antonia San Juan que, tras bajar del escenario, se muestra auténticamente frágil. Lo femenino en su versión más romántico y pueril, una suavidad inaudita en alguien que aparenta ser una verdadera fiera. Pero en el fondo no es tan fiero el león como lo pintan.

Contrasta en gran manera la leona bajo los focos y la mujer cercana. Antonia abandonó las Islas Canarias muy pronto y se instaló en Madrid para perseguir su sueño de ser actriz. El papel almodovariano de Agrado en una película del director manchego le abrió las puertas pero también la encasilló. Luego continuó sus monólogos y sus propuestas teatrales que le llevaron a tener una productora propia, hasta que llegó el gran boom de La que se avecina. Estela Reynolds es el papel que más le marcó, para bien y para mal. Personalmente creo que los guionistas la llevaron hasta el límite de la caricatura, pero el público adora estos personajes peripatéticos y eso la encumbró. Esa mujer era una malvada al uso, como una Alexis Colby ibérica, más llena de sombras que de luces.

Recuerdo que Antonio Ferrandiz también blasmaba en contra del sambenito de Chanquete, pese a la gran popularidad que le había otorgado. Es el tremendo sino de la televisión, que tiene capacidad de transformarte ante el mundo, aunque no quieras ser cambiado.

El espectáculo del Talia demuestra que Antonia San Juan es mucho más que la de la serie televisiva. Igual canta, que baila, que recita poemas que te ponen la piel de gallina, que interpreta unos textos abigarrados, llenos de precisión gramatical. Antonia San Juan, combativa, fuerte y enérgica es mucho más. En el combate entre actriz y personaje, la actriz vence por goleada, aunque después, vista de cerca, parezca tan increíblemente tenue, vidriosa y sutil.

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