Sorolla, como tantos otros genios, solo simulaba su improvisación. Su trazo suelto y despreocupado estaba copiando mil millones de trazos anteriores, resultado de una disciplinada «gimnasia» que el pintor practicaba cada vez que tenía oportunidad. Así lo viene a demostrar Apuntes en la arena, la exposición inaugurada ayer en el Centre el Carme que reúne 123 piezas (casi todas inéditos) de un artista tantas veces revisitado y sin embargo inédito en esta faceta, la del esquema espontáneo al observar una escena en la que, como recordaba la responsable del Museo Sorolla, Consuelo Luca de Tena, el artista entonaba un sonoro eureka: «¡Aquí hay un cuadro!».

La fundación del pintor es precisamente una de las tres instituciones que han confluido para que esta exposición llegue a Valencia, más concretamente «a casa», acotaba el director del Consorcio de Museos, Felipe Garín, en referencia a las paredes del Centre el Carme, donde hoy está expuesto el artista y que un día fueron sede de la Academia de Bellas Artes en la que se formó. De hecho, el propio Garín subrayaba la «muy buena preparación académica» del pintor que pasó por Artesanos antes de recalar en el monasterio.

Junto al Consorcio y el Museo Sorolla ha entrado en juego el patrocinio de Obra Social La Caixa, para sacar de Madrid la obra gráfica del artista en una minigira (a Valencia apenas se unen un par de sedes más) para preservar la integridad del material. Luca de Tena, también comisaria de la exposición, hablaba de un material que el pintor no concibió para exponer sino como estudio para sus posteriores obras. En pluma aguada, lápiz compuesto e incluso acuarela, se otean los óleos que acabarían deslumbrando a medio planeta, algunos de los cuales (una veintena) aparecen expuestos junto a sus propios bocetos. «No es que estén relacionados directamente, pero muestran cómo Sorolla iba dándole vueltas a un dibujo hasta que acababa siendo el definitivo», declaraba Luca de Tena, de quien partió la iniciativa de sacar a la luz este Sorolla en sucio tras catalogar la fundación los cinco mil dibujos de los que dispone.

Los bosquejos de Sorolla revelan también un aspecto de su personalidad: era un dibujante compulsivo. Incluso en las cartas que enviaba, contaba Luca de Tena, improvisaba un dibujo de lo que tenía delante para explicarse, un rasgo del carácter de quien «se expresaba gráficamente», recordaba la comisaria. En la exposición, además, están todos los motivos que fueron una constante en la obra del autor: las bestias en la playa, los oficios en la playa, las parejas en la playa, los juegos en... la playa, la playa; esa obsesión por la arena y la espuma batiéndose bajo la luz de la Malva-rosa. Disponible hasta el próximo mes de mayo, los apuntes en la arena de Sorolla son también «un elogio al dibujo, minusvalorado a veces por los propios artistas, cuando es el primer paso entre la cabeza y la mano, el elemento más inmediato», remarcaba Garín.

Epílogo a una etapa

«Tenemos que agradecerle la tarea estos años y esperar que siga colaborando con nuestros museos, comisariando exposiciones, y también con la secretaría autonómica de Cultura», reseñaba Albert Girona en la presentación de la muestra, en reconocimiento a Felipe Garín, que afronta sus últimos días como presidente del Consorcio de Museos. Él mismo estará presente en la transición hacia la nueva etapa como miembro del jurado que elegirá al nuevo rector de la institución. Un jurado que hoy cumple su primer hito al constituirse oficialmente.