¿El escenario es un territorio de igualdad? Aparentemente, sí. Es un espacio de convivencia natural entre hombres y mujeres, en el que estas han gozado de unos márgenes de libertad que no han tenido en otros ámbitos. La contradicción es que, si se rasca en los datos empíricos, el comportamiento en la práctica no es diferente al de otros sectores sociales y económicos: los hombres son mayoría en el teatro „arriba y detrás del escenario, no delante, porque el público es mayoritariamente femenino„ y lo son aún más en la medida que aumenta la responsabilidad. Como la vida misma.

Los datos los pusieron ayer sobre la mesa profesionales de la escena durante una tertulia „¿Mujeres = Hombres en las artes escénicas?„ celebrada en la sede valenciana de la SGAE y organizado por esta entidad y el Teatro Olympia. Toni Picazo moderó el debate entre Eva Zapico, Pilar Almería, Rosángeles Valls, Patricia Pardo y Carles Alfaro.

Una cifra para entender la situación: en diez años, de 2005 a 2014, solo se ha estrenado una producción de teatro de autoría femenina en las salas públicas valencianas o en festivales. Era El cuarto paso (2006), escrita por Rosa Molero junto a otros tres autores. El dato surge del análisis realizado por Patricia Pardo.

La escritora añade una apostilla: los Max, los premios que la SGAE promueve, han incluido en las candidaturas de los últimos años a autoría solo a un 10 % de mujeres. «Y porque estaban las creadoras del País Vasco», agrega.

Los datos de CulturArts „el cascarón que acoge al viejo Teatres„ lo corroboran. En general, los hombres son el 54 % de los implicados en las artes escénicas (la cifra contempla la situación de 2014 e incluye autores, directores e intérpretes).

La brecha crece, no obstante, si se observan solo los montajes teatrales (no los de danza): los hombres son el 59 %.

Y la distancia crece según la escala de responsabilidades. El 71 % de los autores de producciones subvencionadas por CulturArts en 2014 eran varones. En el caso de la dirección sumaban el 68 %. Y en la interpretación, el 54 %.

«Somos menos y las que somos, invisibilizadas», dice Zapico. La directora teatral apunta la escasa presencia de compañeras al frente de producciones de Teatres.

Los datos son a la inversa cuando se trata de danza. El 61 % del personal creativo implicado en estos espectáculos es femenino. La horquilla se abre especialmente en el caso de bailarines: el 64 % son mujeres. Pero se reduce en los puestos de responsabilidad.

«Hay más mujeres en la danza porque físicamente tienen más aptitudes, pero ellos están más cotizados al ser menos», asegura Rosángeles Valls, fundadora de Ananda Dansa. Algo habrá que hacer. Ese era el fin del acto de ayer.