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Entrevista

Isabel Martínez Reverte: "La matanza de Atocha unió a España frente al terrorismo"

«El 23-F nos retrotrajo al miedo del 77», asegura la periodista y escritora

Isabel Martínez Reverte: "La matanza de Atocha unió a España frente al terrorismo"

Madrid, 24 de enero de 1977. Cinco muertos y varios heridos es el trágico resultado del brutal ataque contra un despacho de abogados laboralistas cometido en la calle Atocha de Madrid por un comando de extrema derecha. Los fallecidos son los abogados Luis Javier Benavides, Francisco Javier Sauquillo y Enrique Valdelvira; el estudiante Serafín Holgado y el administrativo Ángel Rodríguez Leal. Los heridos, todos graves, Miguel Sarabia, Alejandro Ruiz Huerta, Luis Ramos y Dolores González Ruiz. Casi 40 años después de la matanza, en la plaza de Antón Martín, la escultura en bronce El abrazo del artista valenciano Juan Genovés recuerda a los asesinados. El lugar es simbólico: a unos metros está la casa donde ocurrió todo. Igual que esa escultura, el libro La matanza de Atocha —escrito por los hermanos Jorge e Isabel Martínez Reverte— homenajea a aquellos jóvenes a los que arrebataron la vida por luchar por sus ideales.

«La matanza de Atocha» ¿es más un libro de historia o un homenaje a la víctimas?

Tiene un poco de las dos cosas. La historia que cuenta el libro es real, no hay ficción; de hecho, hay poca bibliografía y mucha entrevista personal. Es también un homenaje porque las víctimas eran jóvenes luchadores, que trabajaban por los más débiles y se jugaban la vida cada día. Trabajaban en los barrios, en el Colegio de Abogados, en los despidos de obreros sin dinero... Luchaban por la defensa de la libertad durante la Transición.

¿Cuál era el trasfondo social y político de los crímenes?

Madrid estaba revuelto, igual que toda España. Había una huelga —de transportes— que, por primera vez, iba a triunfar. Detrás de todo estaban los sindicatos verticales, sindicatos nombrados a dedo, con poca intención de libertad, sin ganas de legalizar los sindicatos que ya se movían en la clandestinidad. Con estos, los verticales perdían muchos intereses y en ellos había mucha corrupción. El sindicalista Joaquín Navarro, que vive en Valencia, estaba al frente de esta huelga y era a quien en un principio iban buscando los asesinos. Querían dar un escarmiento a estos sindicalistas porque habían logrado que las empresas accediesen a los intereses de los trabajadores. Navarro estaba justo debajo de Atocha 55, en un bar que se llamaba Brasilia, junto con otros sindicalistas tomando unas cañas tras una asamblea.

Su libro arranca sin paños calientes, con el relato más crudo de lo que ocurrió aquel día.

Sí. Empezaron a disparar una treintena de balas. Los que se salvaron fue porque se hicieron los muertos o porque cayeron debajo de cadáveres, pero todos salieron gravemente heridos. A día de hoy solo queda uno, Alejandro Ruiz Huerta. Más que una matanza lo que allí ocurrió fue una ejecución, iban a matar. Uno ya llevaba pasamontañas, esperaron a que acabara de asamblea y que hubiera poca gente. Cuando oyeron poco ruido, entraron, preguntaron por Navarro, desconectaron los teléfonos...

¿Qué le debe la democracia a este suceso?

Mucho. La Transición iba a terminar, iba a haber elecciones, Suárez estaba negociando con partidos de centro,.. Esto solo aceleró el proceso. Lo más llamativo fue la muestra de civismo que dio la izquierda en estos entierros, de serenidad, seguridad y tranquilidad. Demostró que España estaba en situación de legalizar todos los partidos de izquierda y que el Partido Comunista no era un demonio. Eran miles de personas, de izquierda y derecha, los que querían la democracia; no pudieron soportar lo que se hizo eso a esos chicos. Unió a España frente al terrorismo. Este fue el primer juicio a la extrema derecha en España.

¿Cómo fue el proceso, porque dice que Suárez solo contaba con la confianza de 200 policías?

Se pudo hacer muy clandestinamente. De estos 200, Suárez eligió a una brigada que lideraba Francisco de Asís Pastor, que no estaba en política; hizo su trabajo como un profesional y detuvo a los asesinos.

¿Fueron justas las condenas?

Fueron justas las de los dos asesinos, pero no se les dejo investigar más allá.

De los supervivientes tan solo vive Alejandro Ruiz Huerta. ¿Ha logrado superarlo?

Él está bien. Le salvó un bolígrafo y un muerto que le cayó encima, el cuerpo de Enrique Valdelvira. Creo que le ha costado mucho pasar página, ha sido un trauma que aún tiene, él y sus familiares,. Les cuesta hablar de ello. Lo que ocurrió aquel día lo tiene marcado a sangre y fuego. Alejandro era joven cuando pasó pero no lo ha olvidado. Hasta el 23 -F todos vivimos el susto de aquellos hechos de Atocha, lo que ocurrió con el golpe de Estado nos retrotrajo al miedo de 1977.

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