Un viandante encoge el rostro antes de aventurarse a preguntar:

„¿Tiene alguno de esos libros con una encuadernación distinta? De los que se abren y forman un poema, o algo así...

„Um... Aquí no tengo„ contesta el librero.

«Alguna vez me han pedido incunables de 1200, cuando no existen», abunda José Luis Boado mientras se aleja el frustrado cliente. El presidente de los libreros de lance en la Comunitat Valenciana reposa en su caseta Maestro Gozalbo a última hora de la mañana. El polvo del jardín de Marqués del Turia, territorio del libro viejo, le hace toser mientras se explica, en la jornada en la que abre la edición número 39 de esta feria.

«Hemos tenido unos años de caida libre y el pasado parecía que empezábamos a repuntar», apunta el veterano vendedor, que cuenta «un par de casetas menos» que en 2015, pero «los mismos metros de feria». Dice que se ha reunido con la concejalía de Acción Cultural y que, por la sintonía en esa cita, «es posible que el año que viene se pueda hacer alguna presentación, o recital», actividades sepultadas en los inviernos de crisis tras la marcha de instituciones que impulsaban el evento como Bancaja.

Aún así, la feria resiste con sus vendedores llegados de Cataluña, País Vasco, León, Galicia o los propios valencianos; con sus bibliófilos fieles a la cita; con los coleccionistas insaciables (cada vez menos); y con el buscador de rarezas. «Aquí no te dirige nadie; esto es como un gran naufragio, un caos, donde al cliente le guía la curiosidad», expone casi en verso José Solís, de la librería Hallazgo, que muestra una de sus joyas para esta edición: una obra sobre la vida Santa Teresa de Jesús, con cierres de plata, de 1712. «Esta mañana ha pasado una chica preguntándome ´¿tienes Sexo después de los 40?´. Me ha dejado de piedra, hasta que he comprendido que era el título de un libro», comenta entre risas el librero.

Cada puesto tiene su memoria de extravagancias en una feria que se presta a ello: aquí todo el mundo persigue su Arca Perdida. «Un hombre vino hace muchos años buscando un libro sobre la cría del gusano de seda. Pensé que me tomaba el pelo, pero ahora sé que hay libros sobre ello», reconoce Pablo Parra, de la librería Prólogo. «Un tesoro es un tesoro, da igual que sea un libro de cinco euros o de mil», defiende el librero. En cualquier caso, entre sus tesoros están los tomos de Cerámica del Levante de González Martí.

«Cada vez hay menos coleccionista puro», reflexiona Robert Pérez, de Auca, quien hace unos años ya oteó «que había cambiado el público», y fue abandonando la búsqueda de piezas realmente caras (a partir de 500 euros). Todos buscan su pilar para mantenerse en este oficio del libro antiguo, cuya feria se prolongará hasta el 28 de marzo. La inauguración oficial, por cierto, es hoy, cuando el alcalde recorrerá este tramo de la Gran Vía.