La corrida estrella de la feria de la Magdalena se celebró en medio de un extraordinario ambiente en los tendidos. Luego, en el festejo, hubo más toreros que toros. Y es que llegaron las figuras, y bajó el elemento toro. Porque llegó ese que se llevan estos toreros debajo del brazo de feria en feria. Y así, los Núñez del Cuvillo compusieron un lote de astados de justa presencia, escasamente ofensivos, aunque luego se movieron por ahí para arriba y para abajo. Apenas se les picó y tuvieron tan escaso poder como nulo fondo. Un encierro irrelevante.

Enrique Ponce, templado y paciente, fue metiendo poco a poco en el canasto a su primero. Cuidándole y mimándole, para que pudiera aguantar con una hálito de vida hasta el final del trasteo. Pero la cosa se quedó en un esteticismo ayuno de emoción. La extraordinaria capacidad del de Chiva luce muchísimo más con una astado de más exigencia. Como sucedió ante el cuarto, un ejemplar bravucón y que tomaba los engaños con brusquedad y soltando la cara.

Ante él, el valenciano dio todo un curso de técnica, lucidez y privilegiada cabeza. Lo embebió en el engaño con apenas cinco muletazos. Domesticó su incierto cabeceo, y luego firmó una faena admirable por su técnica, por su colocación, por su forma de enganchar y someter las embestidas del astado. Una obra maestra de técnica, de poderío, de ciencia y de suficiencia.

Sebastián Castella sorteó un irrelevante segundo, al que aplicó la receta de la cercanía de terrenos, en un trabajo que no tuvo el mayor eco. Y comenzó el trasteo al quinto con sus habituales pases cambiados en el platillo de la plaza. Luego acortó los terrenos y se metió entre los pitones tratando de obligar a su antagonista, a base de encimismo, pero aquello no terminó de coger vuelo.

Y en cuanto Manzanares, lanceó con gusto al tercero con el capote , frente al que firmó una faena vistosa, que fue tomando cuerpo a partir de su mitad. Una labor

> con muletazos de excelente factura en la que no llegó tampoco a redondear. Y no tuvo demasiadas opciones con el deslucido sexto, frente al que sin embargo no dudó en ponerse en plan destajista y stajanovista.