Lang Lang

palau de la música (valencia)

Lang Lang (piano). Obras de Chaikovski, Bach y Chopin. 3 de marzo.

ang Lang, el pianista si no el músico más popular del momento en el mundo entero, actuó por quinta vez en el Palau con el éxito de público esperado, es decir, enorme. Si aguzaba el oído, uno podía percibir sin embargo, a modo de pedal rezongante en el registro grave, el rumor de una minoría crítica que, con variantes en las objeciones estrictamente musicales, coincidía en aducir como justificación del triunfo la eficacia en el manejo del marketing.

El reconocimiento de lo evidente ha por fuerza de incluir el del hecho de que nos hallamos ante un intérprete excepcional no sólo por la gracia con que saluda y firma autógrafos sobre el mismo estrado o aparece en programas de televisión de máxima audiencia. Para empezar, a quien en un disco, el último suyo, reúne obras tan dispares como las Estaciones de Chaikovski y los cuatro Scherzi de Chopin, y en la gira de recitales con que, siguiendo una costumbre últimamente muy difundida, añade otra tan remota a ambas como el Concierto italiano de Bach y, como propinas, sendas muestras de los folklorismos cubano, mexicano y chino resulta muy difícil reprocharle la búsqueda del aplauso fácil. Pero es que además, y esto es lo de veras importante, las versiones que se ofrecieron fueron objetivamente estupendas.

La colección de breves piezas con que Chaikovski ilustra actividades respectivamente típicas de cada mes del año es muy irregular tendiendo por lo general a lo banal, y para parecer otra cosa ha menester pianistas capaces como Lang Lang de, siempre a favor de la música, por ejemplo acelerar el tramo final de la sección central del Carnaval (febrero), duplicar la dosis de rubato en abril, llenar de imaginación el juego con las agógicas en mayo, dotar de potente rítmica rústica la Siega (julio) y de poesía lírica a octubre. Por su lado, Bach, con esos poderosos graves en el Andante, sonó a sí mismo como si hubiese compuesto para el piano. Y, al igual que hace tres años sucedió con el de las Baladas, este Chopin tuvo la conveniente variedad y toda la bravura prevista en unas partituras nunca concebidas como suite.

¿Sólo marketing?