«Lo que yo vi a mi llegada es lo que algunos llaman, con encomio, la España eterna; para mí fue, más bien, un fantasma que cobraba realidad. No tanto lo que dejé como lo que había olvidado. La nación „y las mentes„, como si un frenazo violento la hubiera impulsado hacia atrás, había recobrado, parecía, su ritmo antiguo». Esa es la España „la Valencia„ que Juan Gil-Albert encontró a su regreso voluntario del exilio en 1947. Casi sería mejor escribir que es el país con el que topó cuando cambió el exilio exterior por el interior. Así lo describía bastantes años después.

El poeta (1904-1994), cuya familia depositó temporalmente su legado bibliográfico y documental, es uno de los protagonistas de la nueva Biblioteca del Exilio Republicano, que reúne los fondos de desterrados y entidades vinculadas al exilio que la Biblioteca Valenciana ha ido acumulando desde 1995.

Es nueva relativamente, pues desde la fecha indicada existía una colección del exilio. Lo que hace ahora la institución con sede en San Miguel de los Reyes es colgar todo ese material, que no es poco, bajo una percha común en internet (dentro del portal de la Biblioteca Valenciana).

Así, a partir de hoy, puede encontrarse un enlace «Biblioteca del Exilio Republicano» con una guía de recursos a partir de la cual se puede acceder „o, al menos, conocer„ al contenido de los legados procedentes del destierro.

En concreto, el nuevo servicio incorpora el archivo Juan Gil-Albert, el de Guillermina Medrano y Rafael Supervía (su marido), el del mecenas Jesús Martínez Guerricabeitia, el del filólogo Ignacio Soldevila, el del crítico literario y profesor Vicente Llorens y el del presidente del Tribunal Superior de Justicia valenciano entre 1936 y 1939 José Rodríguez Olazábal.

Forman parte también del nuevo contenedor los fondos del Ateneo Español en México y de la Casa Regional Valenciana en México.

En total, la bautizada como Biblioteca del Exilio Republicano aglutina 1.400 documentos (fondos gráficos, carteles, postales, libros o monografías) y 153 cajas con los archivos personales donados por los intelectuales citados o sus herederos. Estos paquetes de archivos, que suman 20 metros lineales, contienen correspondencia y recuerdos de la época.

El objetivo de la institución dependiente de la dirección general de Cultura y Patrimonio es difundir el conocimiento acerca de los autores valencianos que tuvieron que emigrar al acabar la Guerra Civil. La creación ahora del nuevo servicio supone realzar el protagonismo de los exiliados y su fondo documental.

La colección de documentos del exilio valenciano se inició en 1995 con la donación del legado Medrano-Supervía, el matrimonio formado por la maestra y primera concejal de Valencia durante la II República y el abogado. La pareja pasó por Francia y la República Dominicana antes de establecerse en Estados Unidos. La correspondencia con el dirigente socialista y exministro Indalecio Prieto es lo más destacado.

Con posterioridad, la Biblioteca Valenciana recibió los fondos de Gil-Albert (2000), Rodríguez Olazábal (2000), Llorens (2002), Guerricabeitia (entre 2004 y 2010) y Soldevila (2008).

La apertura virtual del catálogo coincide con la inauguración en la Biblioteca Valenciana de una exposición dedicada a las exiliadas Medrano y María Moliner.