Una cuestión a esquivar para poder movernos con ligereza entre el desayuno a la cena, podría ser «cómo se estudiará la reacción de la sociedad europea ante los refugiados dentro de cincuenta años». La pregunta cayó botando ayer en el patio de la Beneficència y la fotoperiodista Anna Surinyach respondió sin demasiados cálculos: «Se nos caerá la cara de vergüenza». Surinyach ha estado allí, siguiendo el éxodo de sirios con destino ciego en Europa.

La fotoperiodista es cofundadora de la revista 5W, a la cual acudió el festival PhotOn para producir una de las dos exposiciones que ayer presentó el Museu Valencià d'Etnologia en torno a un concepto desmontable: la emigración. Si desde PhotOn se centraron en la crónica de quienes hoy tratan atravesar muros y concertinas, la muestra que completa el recorrido, elaborada por el centro, echa una mirada atrás y al ombligo, cuando los valencianos hicimos la maleta. Arribes o te'n vas? Emigració valenciana a Europa (1950-1970) presenta once relatos de ciudadanos de la Costera, Vall d'Albaida y la Safor que dejaron la tierra atrás hace medio siglo.

«Los procesos migratorios implican actores más allá de los emigrantes y no solo son por necesidad, también por ganas de prosperar u otros motivos», exponía la comisaria Raquel Ferrero sobre los impulsos que guiaban a estas mujeres y hombres de un plurirrelato «que no habla de migraciones sino de personas que emigran». Así, la historia de Maruja, Honorio y otros coetáneos, unidos por un impulso de partida (y vuelta en muchos casos), viene acompañada por sus herramientas para la vendimia, cámaras fotográficas, diccionarios bilingües y otros documentos, componiendo un mosaico de perfiles dentro de un marco común: «En 1959 el gobierno implanta el Plan de Estabilización, que disparó el paro en un principio. Además, este territorio padeció una helada en el 56 que dejó la mayor pérdida de cosecha de naranja de la historia», explicaba el otro comisario de la muestra, Jose Vicente Aguilar.

«¿Cuándo empieza Europa?»

En ese contexto de vida áspera en las décadas centrales de la dictadura, «dos millones y medio de españoles cruzaron la frontera, aunque solo cerca de un millón estaba contabilizado, el resto salía como turista», abundaba Aguilar.

Tras estas experiencias singulares de ida se produce una brecha con el presente, mostrado en crudo, de quienes mueren ante nuestras fronteras. La transición entre la primera exposición y Fronteres d'Europa la guía una reflexión de Tania Castro, directora de PhotOn: «No recordamos que un día pedimos ayuda». Tras el telón, un territorio hostil: el nuestro, cartografiado por cinco fotógrafos y cinco periodistas escogidos por 5W desde las rutas de migrantes de Siria o África subsahariana que cruzan el continente o el mar hasta topar con el rechazo en todas las entradas de la Unión Europea.

«Esto es un archivo histórico», advertía Surinyach sobre el más de un centenar de instantáneas que componen nuestra «vergüenza» futura. Su compañero periodista Agus Morales extraía el espíritu de la exposición en una anécdota: «Una migrante le preguntó a uno de los fotógrafos: '¿Dónde empieza Europa?'. Ya estaba en Croacia, así que lo que preguntaba realmente era dónde empezaría su dignidad».