Desde su divorcio, hace ya varios años, Olga vive con su hijo Daniel, que se ha convertido en un desconocido de 17 años con el que apenas cruza alguna palabra. Ambos son los protagonistas de Maldita verdad, la última novela de la escritora y profesora Empar Fernández y que arranca con el trágico suicidio del joven. La obra es una de las finalistas al premio VLC Negra 2016.
«Maldita verdad» arranca con un hecho terrible... Quizás el más trágico que una sociedad puede vivir. Y sin embargo, por desgracia, lo hemos visto más de una vez en los informativos.
Lo hemos visto y lo seguiremos viendo con toda probabilidad. El suicidio entre jóvenes y ancianos es mucho más habitual de lo que acostumbramos a saber a través de los medios de comunicación. Es uno de aquellos asuntos extremadamente delicados de los que se considera que es mejor no hablar a la ligera para no generar corrientes imitativas.
Por qué «maldita» para definir la verdad.
Está demostrado que mentimos muchas veces a lo largo del día. Por piedad, por cobardía, por no perder el afecto de los demás… Utilizamos a menudo mentiras menores, irrelevantes, que facilitan la convivencia. En algunas ocasiones, pocas afortunadamente, intuimos que la verdad resultaría tan dolorosa, tan devastadora, que es preferible mantener a nuestros seres queridos en la ignorancia. Es una de las razones que nos permiten entender que las familias conserven secretos que preservan a toda costa. Una de estas ocasiones es la que explica Maldita verdad.
Pero se dice que la verdad nos hará libres...
Se dicen tantas cosas. El régimen nazi afirmaba a la entrada de algún campo de concentración que el trabajo hacia libres a los deportados. No hay verdades absolutas. En ocasiones conocer la verdad acarrea el infortunio.
¿Hay ocasiones en las que es preferible la mentira?
Creo que sí. Afortunadamente no son demasiadas, pero en ocasiones ahondar en la verdad de los acontecimientos pasados consigue ensombrecer el presente. No me refiero a hechos históricos ni de carácter político, en esos casos siempre es preferible la verdad.
¿Quién falla para que un adolescente se quiera quitar la vida?
No siempre es necesario buscar responsables, no es justo. Además cada historia es una historia particular vivida por un sujeto irrepetible. No debemos generalizar. En el caso del protagonista de la novela, Daniel Carreras, la decisión se encuentra en su propio pasado, en una verdad negada casi de forma consciente. No hay fallos. No falla la familia, ni la escuela ni los amigos. Solo existe un pasado personal terrible que no puede asumir.
«Maldita verdad» forma parte de su «Trilogía de la culpa». Parece que la culpa es el mayor peso que soportamos porque en gran medida nos la echamos nosotros mismos a la espalda.
Así es. Es la tercera novela que aborda el tema de la culpabilidad. La primera fue La mujer que no bajó del avión y poco después La última llamada. Creo que es uno de los grandes temas, de los temas omnipresentes en la literatura y en la vida.
Se dice que sus novelas no son negras, sino gris asfalto.
Expertos y aficionados al género han señalado a menudo que mis novelas no se ajustan a los patrones del género, que no eran negras en sentido estricto. Probablemente están cargados de razón, por ese motivo yo misma las etiqueté como «gris asfalto». Se trata de novelas que no se entenderían fuera de un escenario urbano y protagonizadas por personajes corrientes, a menudo «perdedores», que intentan desentrañar un misterio sin ser profesionales de la investigación. Novelas que ahondan en las emociones y giran en torno al ámbito familiar y doméstico y cuya negritud está, no solo en el delito, también en la mirada de los protagonistas.
