La Agencia Espacial Europea (ESA) y la rusa Roscosmos se sumaron ayer al sueño de conquistar Marte con el lanzamiento de la misión ExoMars 2016, la primera de dos aventuras espaciales que colocarán ingenios científicos en el suelo del «Planeta rojo» con la esperanza de encontrar restos de vida.

La ExoMars 2016 emprendió así un viaje interplanetario de siete meses con destino al Marte a bordo de un cohete Protón-M desde el cosmódromo ruso de Baikonur, en territorio kazajo.

Al aproximarse a la atmósfera marciana el módulo superior de la nave expulsará la sonda Schiaparelli, un pequeño laboratorio científico de 600 kilos de peso que descenderá hacia el planeta rojo. Cuando se encuentre a unos 11 kilómetros del suelo, desplegará un paracaídas para ralentizar el descenso y se desprenderá de dos fundas de protección térmica frente a las temperaturas de 1.500 grados centígrados de la atmósfera marciana. A continuación se apagarán los motores y tomará tierra en caída libre en una zona con rocas de 40 centímetros de alto y pendientes de 12,5 grados. Schiaparelli se posará en Meridiani Planum, una región que contiene una antigua capa de hematita, hierro y óxido, que en la Tierra aparecen casi siempre asociadas a zonas que contienen agua líquida, elemento esencial para el origen de la vida tal y como la conocemos.

Carrera con la NASA

Esta sonda será el cuarto aparato controlado que pise suelo marciano con éxito, hasta ahora todos de la NASA estadounidense. La ESA y el Reino Unido ya llegaron a Marte con el Beagle en 2003, compañero de viaje de la sonda ExoMars „todavía operativa„ con el que se perdió contacto entrar alcanzar la superficie porque dos de sus cuatro paneles solares no lograron desplegarse.

Su principal cometido es validar su tecnología de aterrizaje para la segunda parte de la misión, ExoMars 2018, que enviará a Marte un vehículo para excavar a dos metros, una profundidad inédita. Cuando Schiaparelli concluya su misión arrancará el de su compañero pues a partir de 2017, y al menos durante un año marciano (687 días terrestres), orbitará a unos 400 kilómetros de la superficie. Su objetivo será analizar el 1 % de gases concentrados en la atmósfera marciana.

El gran objetivo del programa ExoMars es en encontrar evidencias de vida en Marte, un planeta árido y frío, pero por el que hace 3.500 millones de años parece que corría el agua líquida. Se cree incluso que debajo sus casquetes polares podrían encontrarse organismos microbióticos como los que viven a 800 metros de profundidad bajo el hielo antártico terrestre.

Objetivo: colonización

Su cometido será también perfeccionar la tecnología que permita colonizar Marte y, en un futuro más próximo, enviar una nave capaz de recoger muestras y regresar a la Tierra, un sueño que podría hacerse realidad a partir de 2020.