La corrida de ayer pareció tener mal fario en su comienzo, con la cogida del banderillero Santiago Acevedo, quien perdió pie tras salir del embroque y, ya en el suelo, el toro le zarandeó campaneándole de forma angustiosa. Pero enseguida las cosas se enderezaron y la tarde resultó triunfal.

Cuando se anunciaron los carteles de la feria, Simón Casas, decidió calificar el serial como «La feria del cambio». Más de un descreído pensó que se trataba de una nueva genialidad, o de una mera boutade. Sin embargo, este calificativo se ha tornado premonitorio. En lo que llevamos de feria se han reivindicando toreros jóvenes, como Román, Juan del Álamo o José Garrido. Y lo de ayer de Roca Rey, que demostró que viene con la escoba a sacudir al escalafón.

Ayer era el primero de los manos a mano programados. Para él se eligió un encierro de Victoriano del Río. Un lote de variados pelajes y desiguales hechuras, que no terminó de romper. Abrió plaza un astado colorado, distraído y que blandeó de salida, si bien llegó al tercio final tomando los engaños con prontitud, fijeza, alegría y humillando, aunque en cuanto le acortaron los terrenos, el toro protestó. El segundo, justo de presencia, volvió grupas en el peto. Se salió suelto y manseó de una manera desesperante, huyó despavorido en banderillas, amagó con saltar al callejón y acabó muy rajado. El burraco tercero se dejó pegar en el peto, hizo hilo en banderillas y repitió sus embestidas, aunque rebañando y soltando la cara. Fue y vino aunque sin raza. Una raza que tampoco tuvo el castaño cuarto, protestado de salida. Se salió suelto de las plazas montadas y, manso, blando y desentendido, lució algo porque su matador le ayudó a romper. El quinto fue un colorado con mucho volumen, que derribó en el caballo. Noble, se desplazó con buen son por el derecho aunque por el izquierdo se defendió sin emplearse y echando la cara arriba. Y el burraco sexto metió los riñones en el caballo, pero luego rehuyó con desesperación de la pelea, tan manso como acobardado y yéndose siempre lo más lejos posible de su matador.

Talavante muleteó con buen aire al que abrió plaza, al que comenzó la faena con un «cartucho de pescado» en el platillo. Exhibió un magnífico juego de muñecas y llevó siempre al toro embebido en la muleta, aunque a mitad de faena tendió al encimismo y el toro acabó tropezando en demasía los engaños. La larga agonía del astado le privó de mayores recompensas.

Con su segundo empezó con la mano izquierda si bien logró sus mejores momentos con la derecha, obligando a su antagonista y sometiéndolo con la mano baja. Su labor, de muy largo metraje, no terminó de tomar vuelo y la remató deficientemente con los aceros. Y, muy espoleado y arrancado, comenzó con las dos rodillas en tierra su trasteo al quinto. Su trabajo, vertical y acompasado, tuvo intensidad aunque fue a menos por el pitón izquierdo. No se cansó de estar por la cara e intentó por todos los medios que su faena tomase vuelo. Mató de rinconera.

Roca Rey debutaba en Valencia y dio una gran tarde de toros. Un espada llamado a sacar al escalafón de la atonía en la que se encuentra, y a hacer pensar a más de uno.

Mostró originalidad y variedad con el capote en su primero, al que comenzó la faena con estatuarios muy ajustados. Muy afianzado, exhibió autoridad en la cara del toro, en una labor en la que hizo gala de lucidez, autoridad, aplomo y recursos. Anduvo muy por encima de las pésimas condiciones del astado, aunque mató de un bajonazo. Abrió la faena en la boca de riego con pases cambiados en el cuarto, al que toreó con mucho sometimiento y mano baja. En todo momento anduvo en la cara de su oponente con seguridad y suficiencia, pisando terrenos de mucho compromiso. Superó las deficiencias de su antagonista, al que ayudó a romper llevándolo de siempre cosido de los vuelos de la muleta. Le formó un lío gordo a base de corazón, técnica, poderío y cabeza. Mató de una estocada al encuentro.

Y comenzó de rodillas y con mucho ajuste su faena al sexto, ante el que lo intentó persiguiéndolo por toda la plaza, en una labor de nuevo de buen fundamento, clarividente, fresca, segura y de torero enrachado. Mató de una gran estocada.