Muy interesante resultó el festejo de promoción con participación de los alumnos de las escuelas, que se celebró con una notable asistencia de espectadores en una mañana soleada y apacible.

Los erales de Nazario Ibáñez estuvieron bien presentados. Mucha movilidad tuvo el primero, aunque manseó en exceso. Igual juego dio el segundo. Excelente por su encastada bravura el tercero, repetidor el burraco cuarto, más apagado el chico quinto y manseó el apagado sexto.

El sevillano Calerito se mostró como un torero enterado y con oficio. Manejó el capote con variedad y puso de manifiesto que sabe torear. Tiene sentido de la colocación y las distancias y maneja las telas con apostura. Su desacierto con las armas toricidas le privó de mayores recompensas. Su balance fue de silencio y saludos tras aviso.

Alejandro Contreras anduvo muy firme y asentado toda la mañana. Muy apoyado por los paisanos de su Chiva natal, supo estar a la altura. Enfibrado, dispuesto y, sobre todo, convencido de lo que hacía, toreó por los dos pitones con sometimiento y mano baja. Corrió bien la mano, se puso siempre en el sitio y causó una más que esperanzadora impresión. Cortó una oreja de su primero y le pidieron fuerte otra cuando pasaportó al quinto.

Cerraba el murciano Ramón Serrano. También se le vió como un torero puesto. Tiene sentido de la ligazón y toreó con relajo y encaje aunque algo por las afueras a su primero. Y supo buscarle las vueltas con decisión y soltura al «cierraplaza». Fue aplaudido en ambos.