El Centre de Perfeccionament Plácido Domingo presentó ante el público a catorce aventajados alumnos de su última promoción. Al menos en la asignatura propuesta, el bel canto, ninguno mereció una calificación inferior al sobresaliente, si bien no todos cum laude. Mucho habrán aprendido sin duda de Gregory Kunde (1954, Kankakee, Illinois), que se ha sumado al equipo docente brillantemente encabezado por Ana Luisa Chova y Enedina Lloris. El gran tenor estadounidense dejó por contra bastante que desear en su debut valenciano como director de orquesta.
Las dos partes del programa se abrieron con oberturas (de La cenerentola y Don Pasquale) entre ruidosas y aburridas, y se cerraron con concertantes (de La sonnambula y Lucia) con varios accesos de hipotensión. En el resto abundaron las voces más inspiradas que su acompañamiento. Cuatro sopranos figuraron entre las especialmente destacadas. La primera fue Mariam Battistelli (en Eccomi in lieta vesta? Oh! quante volte, de I Capuleti e Montecchi), muy sensible en el control del vibrato a favor de la expresividad. La colocación de la cincuentena de instrumentistas no en el foso sino detrás de los cantantes sobre el escenario no fue desde luego una buena idea, aunque a Karen Gardeazábal (en Pronta io son, de Don Pasquale) casi le dio lo mismo, dada la enorme potencia que exhibió además de buen gusto para manejarla. Esta última virtud resultó asimismo apreciable en la ya musicalmente muy madura Federica Alfano (Prendi, per me sei libero, de L'elisir), así como en Federica Di Trapani (en Regnava il silenzio, de Lucia), el timbre más cristalino que se oyó en esta velada. Por el convincente dramatismo al que aplicó sus considerables medios (en Fia dunque vero? O mio Fernando, de La favorita), la mezzosoprano Nozomi Kato también gustó mucho. Pero el cuadro de honor no estaría completo si no incluyera el noble color de que hizo gala el bajo Alejandro López (en Come noioso e lungo? Vi ravviso, o luoghi ameni, de La sonnambula).
