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Precioso Mozart postrero

Obras de Mozart

Palau de les Arts (valencia)

Chiara Skerath (soprano), Helena Rasker (mezzosoprano), Yann Beuron (tenor), Yorck Felix Speer (bajo), Nicolas Baldeyrou (clarinete), Thomas Bloch (armónica de cristal), Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana y Les Musiciens du Louvre. Director: Marc Minkowski.

Las Suites para orquesta de Bach en 2000, Platea de Rameau en 2002, Acis y Galatea de Haendel en 2005, las Sinfonías Londres de Haydn (tres sesiones) en 2008: a estos estupendos monográficos por los que contábamos las comparecencias del director Marc Minkowski (París, 1962) en el Palau ha venido ahora a sumarse el Mozart postrero en otro programa precioso y preciosamente interpretado en dos tramos sin soluciones de continuidad internas. Como aperitivo, el adagio y rondó K. 617, de distribución excepcional y música tan hermosa como excepcional habría resultado que no lo fuera siendo del salzburgués. Cierto que le habría convenido más la sala de cámara, pero incluso con la amplificación electrónica de la armónica de cristal tañida por Thomas Bloch, éste y Annie Laflamme a la flauta, Emmanuel Laporte al oboe, David Glidden a la viola y Frédéric Baldassare al violonchelo lograron en la sinfónica una versión que, lo cual es decir muchísimo, no desmereció en absoluto de lo que vino a continuación.

Antes del descanso, Chiara Skareth en el aria Ach! ich fühl´s (de La flauta mágica) y Nicolas Baldeyrou en el Concierto K. 622 coincidieron en hacer cantar sus instrumentos, la voz de soprano y el clarinete, con una belleza tímbrica, un dominio técnico y una musicalidad irresistibles. Tras la pausa y una obertura de La clemenza di Tito de fuerte dramatismo, un Requiem de principio a fin perfectamente engarzado en su estructura y equilibrado en su ejecución. Y también sin interrupción pero ya como propina, la joya del Ave verum corpus. Con ser muy entusiastas, las ovaciones y bravos no pudieron, no podían, hacer justicia a las intensas emociones producidas por lo, más incluso que oído, vivido. Y de ello gran parte de la responsabilidad cabe atribuirla a las magníficas prestaciones esta vez sí rendidas por el Cor de Cambra del Palau de la Música Catalana.

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