«Aproxímate» es el sexto libro de divulgación científica del físico y profesor Javier Fernández Panadero. Hoy lo presenta en la librería Shalakabula de Mislata.

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Explíqueme eso que se pregunta en el libro de cuánto peso aguanta un pelo.

La idea general es comprobar si aquello de Rapunzel, lo de que su amante subiera por su cabello es posible. El experimento consiste colgar peso de un pelo hasta que se parte, estimar cuántos cabellos hay en una cabeza y, multiplicando, ver cuánto peso podría levantar una cabellera. Es curioso que, efectivamente, sí podría hacerse... Aunque te romperías el cuello, eso sí.

¿Cómo surge «Aproxímate»?

Si no usas los números a tu favor los van a usar en tu contra. Hay un desconocimiento general y eso nos hace manipulables. Este libro es un grito de libertad, porque con las matemáticas (sumar, restar, multiplicar y dividir) puede llegarse a muchos resultados científicos. Hay una segunda intención, no menos importante, que el público conozca cómo se hace la ciencia y así aprenda a confiar en ella y a valorarla.

¿Tenemos miedo a la ciencia?

La valoramos mucho, pero sin «tocar». Hay un miedo infundado a su dificultad. Como cualquier disciplina tiene mucho fondo y para llegar a lo más profundo hay que dedicarle mucho tiempo y esfuerzo. Pero, también como cualquier disciplina, tiene una parte accesible, entretenida y útil. Yo defiendo mucho esa zona intermedia de libertad y disfrute, y es mi placer compartirla con el público general.

¿A quién es más fácil explicarle la ciencia: a niños o a adultos?

En realidad la mayor dificultad está en el rechazo previo, si se atreven y se aproximan, yo prometo que será fácil y divertido para todos.

¿Se enseña correctamente la ciencia en los colegios?

Se hace lo que se puede y no es suficiente. Un enfoque más práctico sería ideal, pero para eso, como para otras muchas cosas, habría que reducir el número de alumnos por clase y el número de horas de clase por profesor. La práctica requiere un trabajo de preparación que no siempre se contempla.

Asegura que la lotería es un impuesto voluntario para gente que no sabe de matemáticas, ¿por qué?

Si compras un décimo con un número de entre 100.000 tienes una probabilidad entre 100.000 de que te toque. Eso puesto en tanto por ciento es 0,001 %. Igual no te parece poco; ahora pregunto yo, si alguien te dice que se hace un test de paternidad y le da que el hijo no es suyo con un 99,99 %, vaya, que podría ser suyo con una probabilidad de un 0,01 %, ¿confiaría en que es suyo? Pues aquí su probabilidad es diez veces mayor que en la lotería.

La ciencia e investigación no pasa por su mejor momento. ¿Qué supone dedicarse a ello hoy en día?

Pues, como con el arte y otras disciplinas, casi un sacerdocio. Podríamos pensar que es un problema de los científicos, que tengan que estar hasta los treinta y tantos años sin un contrato, sin cotizar para su jubilación, viviendo de los padres, o teniendo que emigrar, pero pensemos algo: Un país no invierte en ciencia porque sea rico, es rico porque invirtió en ciencia. Un elemento básico es que la inversión en educación es el primer paso para tener una ciencia fuerte. Es asunto de todos.