Valencia Negra ha dejado de ser transitorio, que no una locura. Cómo, si no, se explica que en la cuarta edición del certamen, en la que se habla de «consolidación», se pierda la quinta parte del presupuesto y se aumenten las actividades (de 60 a 75). Jordi Llobregat, Bernardo Carrión y Santiago Álvarez, el trío responsable del festival, dio algunas pistas ayer en la presentación de la próxima edición, que arranca el 6 de mayo. Apuntaba Álvarez que se trata de «negociar con más pasión» y que el hecho de que tanto él como Llobregat hayan publicado novela y circulado por otros certámenes les ha ampliado la red de contactos. Del estímulo institucional mantienen a la diputación y han encontrado (por primera vez, dicen) sintonía con el ayuntamiento, aunque esta no se ha materializado en una ayuda concreta por ahora.

El festival cuenta, sin embargo, con una buena baza: la reputación. «A Pierre Lemaitre nos lo hemos ganado con el trabajo de estos años y Antonio Manzini ya quiso venir la pasada edición y no pudo; esta vez estará», comentaba Álvarez. Se refería a los dos cabezas de cartel, especialmente Lemaitre, premio Goncourt en 2013 „el equivalente al Cervantes entregado en Francia„. Ambos atendieron a la llamada de los organizadores y el azar quiso que sus próximos libros salgan a la venta en las mismas fechas que se celebra el certamen.

Las dos figuras forman parte del listado de una cincuentena de autores, con especial hincapié en los nombres valencianos, que forman el núcleo del más de un centenar de participantes que prestan su voz al certamen. Periodistas (entre ellos tres de Levante-EMV), actores y cineastas, como Rodrigo Cortés, llevan Valencia Negra más allá de los límites de la literatura. Por primera vez, anunciaban los responsables, se creará una pieza de teatro exclusivamente para el festival. Será una versión de La soga de Hitchcock, producida por la Sala Russafa y dirigida por Iria Márquez.

Y Chirbes sobrevolará el festival. «Intentamos que viniera en dos ocasiones pero declinó por salud», explicaba Carrión sobre una de las figuras imprescindibles de la literatura valenciana y en particular del género negro. Desaparecido el autor de En la orilla o Crematorio, el festival le concederá el premio González Ledesma. El mayor homenaje al escritor de Beniarbeig, sin embargo, quizás se canalice a través de las dos mesas que el certamen dedicará a la corrupción en Valencia. «He pasado por los festivales de Barcelona y Getafe y en ambos había ponencias que unían corrupción y esta ciudad, así que ya era hora de que nosotros nos sentáramos a hablar de ello, con mayor conocimiento de causa», argumentaba Álvarez. También se homenajeará a Rafael Tasis, pionero de la novela negra catalana, autor de La Bíblia valenciana (1955).

Son algunas de las actividades repartidas en los veinte espacios a los que involucra el festival, entre los cuales se halla por primera vez Las Naves. La formación de un tejido de sedes forma parte del crecimiento de un certamen que ha extendido sus tentáculos „la visita de Lemaitre se ha conseguido conjuntamente al Instituto Francés„ para maximizar los 30.000 euros de presupuesto actuales.