Hasta ahora sus lectores aprendían historia con usted. ¿En «Historia de un canalla», qué van a aprender?
Por mucho que digan mis lectores nunca he escrito novela histórica. A la gente le parece que el siglo XX fue hace muchísimo tiempo, pero sigue siendo nuestro siglo. En esta ocasión sentía la necesidad de hacer un retrato de la sociedad actual. Es una radiografía en blanco y negro del tiempo que nos ha tocado vivir.
Más negro que blanco porque su personaje es oscuro y malvado.
La novela quiere ser un viaje a la parte más oscura del alma del ser humano. Los humanos estamos llenos de claroscuros, aunque algunos son más luminosos que otros.
¿Vivimos rodeados de canallas?
Ahora hay muchos canallas sueltos, aunque canallas ha habido siempre. Hay gente que es realmente buena y que empatiza con los demás. No creo que todos seamos canallas, creo que a veces el claroscuro se descompensa. Thomas Spencer, el protagonista, es una persona que no se encuentra bien consigo misma por lo que no puede encontrarse bien con los demás. He notado que produce un enorme impacto al lector porque me suelen decir: «¡Qué persona más mala!». Pero no es más malo que las muchas personas que nos rodean y que no lo sabemos. Si pudiéramos leer lo que hay detrás de la mirada de los otros quizás nos asustamos...
¿Es su novela más dura?
He escrito novelas más duras. A mí me parece que estremece mucho más leer sobre experimentos en campos de exterminio, pero al estar narrada en primera persona te metes en la cabeza de un canalla.
Quizás impacta porque son actitudes más fáciles de identificar hoy en día.
Puede ser. Es un personaje absolutamente actual y moderno. Es el libro que más me ha costado escribir. Dar voz a un canalla no es fácil porque yo también tuve que meterme dentro de su piel y me producía incomodidad.
¿Por qué eligió que el personaje fuera publicista?
Representa a los poderes fácticos del siglo XX. Las grandes agencias de comunicación tratan de llevar a la opinión pública por determinados caminos. Es fantástico vivir en esta era, pero hay que mirarlo desde cierta distancia para preguntarse cuál es el mensaje y por qué nos lo envían.
Thomas Spencer también es un maltratador. Lo tiene todo.
Lo incluyo porque me parece que las mujeres desde el plano jurídico en Occidente hemos conseguido la igualdad, pero no en el plano social. Sigue existiendo ese rol de dominación y se da en críos y adolescentes, que pueden ser los maltratadores de mañana. Todos tenemos una responsabilidad de visibilizar y cambiar esa lacra.
Qué miedo de sociedad...
La condición humana es la que es.
