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Escritor

"La pura realidad nos anestesia, la ficción puede ser más elocuente"

Jesús Carrasco, el escritor de moda tras «Intemperie», presenta hoy en Bartleby «La tierra que pisamos»

"La pura realidad nos anestesia, la ficción puede ser más elocuente" elena blanco

¿Cómo lleva lo de ser el escritor de moda? «¿Lo soy?», responde al otro lado del teléfono desde Sevilla Jesús Carrasco (Olivenza, 1972). Él lo pondrá en duda, pero Intermperie, su primera novela, se ha convertido en un libro de culto cubierto de reconocimientos y multitraducido. Y acaba de recibir el Premio de Literatura de la Unión Europea 2016 por su segunda creación, La tierra que pisamos (Seix Barral).

Esta obra es la que lo trae hoy a Valencia, a la librería Bartleby (19.30). Curiosidades editoriales: por la promoción de Intemperie no pisó ni Valencia, que no visita desde hace cinco años, ni Barcelona.

Cuando la tendencia dominante en Europa dicen que es la ficción asentada sobre la realidad „modelo Carrère„, Carrasco insiste en una ficción pura.

«Porque los seres humanos somos animales de relato „explica el autor„. El retrato de la pura realidad a través de los telediarios, al que estamos tan acostumbrados, nos anestesia».

Cuestión de sobreabundancia y reiteración. Y a él le parecen más emocionantes y elocuentes las primeras páginas de Si esto es un hombre, de Primo Levi, que las miles de imágenes sobre el Holocausto. «La literatura puede hacer que una realidad cobre mayor elocuencia», dice.

En La tierra que pisamos, España es un país dominado a sangre y fuego por un imperio con ortografía alemana. Las certezas de la narradora, de la estirpe de los vencedores, se resquebrajan con la aparición de Leva, un paria de la tierra que pisamos.

Es una historia de vencedores y vencidos, construida a partir de materiales de la II Guerra Mundial y las colonizaciones africanas del siglo XIX, y que en 2016 conduce el pensamiento hacia el drama de los refugiados.

«La historia es cíclica», comenta Carrasco, «siempre ha habido desplazados de guerra». «El problema es que ahora, si llaman a la puerta de Grecia, llaman a la nuestra. Eso obliga a nuestra generación a hacer algo y no mirar a otra parte. Tenemos la obligación moral de estar a la altura del código ético que nos hemos impuesto».

Carrasco prefiere calificar su mirada más de realista que de pesimista, si bien «cuando una mira el panorama a la cara y no quita nada. tiende a ser pesimista, porque lo que ve es generalmente violencia». La esperanza se la dan los individuos concretos. El colectivo es un lugar donde esconderse y difuminarse.

Jesús Carrasco lleva con soltura la percha de escritor neorruralista que algunos críticos le han puesto: «Me siento cómodo con la etiqueta de escritor que atiende a lo rural. Ora cosa es que esté de acuerdo con las influencias de Delibes o Cela, que no reconozco tanto, pero es evidente que tengo una mirada privilegiada hacia lo rural. Ni quiero ni puedo negarlo».

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