«Es imposible caminar en sentido contrario a la gente», comenta Antonio, visitante arrastrado por el pelotón hasta la meta en la entrada de Viveros. Así discurren muchos de los paseantes de la Fira del Llibre en domingo, como corredores sin pretensiones en un Tour de Francia. Si te frenas demasiado ante una caseta sientes la rueda del de detrás, que suele ser un carrito de bebé.

«A veces la gente no puede ver ni los libros», comenta el veterano Juan Pedro Font de Mora, de Railowski, situado «en la zona de castigo», o sea en la explanada, fuera del paseo principal; no es para tanto este año, la moqueta y el toldo dan un aire a terraza chill out que atrae más público que en otras ocasiones. En la misma caseta que Font de Mora, Toni Sabater matiza que pensaban que «iba a ser más complicada» la semana de ventas en este rincón. De todos los expositores preguntados, por otra parte, el que menos piensa sus respuestas es Jorge Cabezas, debutante en la Fira con Somnis de Paper, caseta que el sorteo ha situado en mitad de la avenida: «Las ventas son increíbles, la gente compra mucho, para que digan que no se lee», responde. «Estábamos habituados a ferias en pueblos y esto nos sobrepasa», incide, abrumado.

La diferencia en los estados de ánimo se percibe en la selección de los libros más vendidos, que para los novatos representa un abanico más amplio: «El de James Rhodes (Instrumental), funciona de maravilla; y el de Feliu (Ventura), y Vicent Baydal y Paco Roca...», enumera el de Somnis de Paper. El optimismo es más «discreto» en la periferia, donde Font de Mora manifiesta cierta disconformidad con el reparto de espacios, reclamando para los libreros agremiados preferencia en el sorteo del paseo principal: «Deberían cuidarnos más», desliza. En cualquier caso, en su caseta está teniendo éxito un clásico como el Hitchcock/Truffaut, renovado el interés debido a la reciente película.

El denominado público familiar acapara recorrido. Una panorámica: teatro para niños en el Microespai y talleres para las criaturas en la carpa de la Generalitat. El perfil está claro y Sabater, de Drassana, opina que se debería arriesgar más en las actividades, en busca de otro perfil que permita incrementar el número de visitantes. «La Fira no es tanto para el lector que suele acudir a la librería», considera el editor, abundando que este evento está diseñada para un consumidor ocasional.

¿Es la edición más valenciana?

Desde la organización se apunta que este fin de semana, el que coincide con Sant Jordi, la Fira se ha centrado en las firmas valencianas. El grueso de los autores más reconocidos a nivel estatal llegarán en la recta final. Desde la librería 3 i 4, sin embargo, Núria Cadenes opina precisamente que «la dirección debería dar mayor visibilidad al libro en valenciano», ya que «el mayor esfuerzo» en este sentido parte de las librerías. En su espacio, La sega de Martí Domínguez o la colectiva Entre dones marcan el ritmo.

«Desde la desaparición de RTVV curiosamente hay un interés en revisar lo que somos», opina Vicent Marco, autor de De categoría y uno de los más solicitados en la mañana de ayeR. A él también le aborda, sobre todo, un buen número de padres en busca de material de lectura para sus hijos. Desde la organización prefieren reservarse cualquier dato relacionado con las ventas hasta el final, pero al menos queda claro qué modelo de lector sigue conduciendo el pelotón de la Fira.