El escritor Manuel Vicent retrata en Los últimos mohicanos (Alfaguara) una serie de míticos periodistas del siglo XX que, sin embargo, han perdido la batalla de las palabras frente a la imagen. «Ninguna novela puede desafiar ya a un telediario», ha lamentado el autor en la presentación de su libro.

«La literatura se pudre muy pronto, mientras que en las imágenes el tiempo va a su favor. Por lo que se conocerá a nuestra generación es por las imágenes, que tienen un impacto universal, y no por una buena novela escrita», ha lamentado el autor valenciano.

De hecho, Vicent ha utilizado uno de sus personajes retratados en Los últimos mohicanos, Umbral, para ejemplificar esta situación. «Alguien con su literatura pasará a la historia por una frase idiota dicha en televisión —‘He venido aquí a hablar de mi libro’—. Es el escarnio de nuestra cultura», ha criticado.

«Cuando sale un reportaje con un niño ahogado en la playa, echa por tierra cualquier palabra y uno llega a pensar que está haciendo el idiota pensando los adjetivos», ha destacado Vicent, quien ha ido más allá al asegurar que, en el futuro, el lector de libros será «una secta muy escogida que se reconocerá por las calles».

Plumas como las de Umbral, Ramón Gómez de la Serna, Luis Carandell, Chaves Nogales, Blasco Ibáñez, Azorín o Unamuno quedan reflejadas en las páginas de este libro, trufado de anécdotas personales y que ha contado con las ilustraciones de Fernando Vicente para cada uno de los autores recordados.

La selección de estos nombres se ciñe exclusivamente al siglo XX y en ella el propio escritor reconoce tener sus preferidos —además de aquellos a los que conoció, como Umbral o Vázquez Montalbán—. «Trato de hacer un análisis frío, aunque unos te caen mejor que otros. Sin duda, me quedo con Chaves Nogales y Julio Camba, dos grandes escritores y periodistas», ha apuntado.

Descritos en no más de cuatro páginas, el autor de Tranvía a la malvarrosa reconoce que su objetivo no ha sido el de hacer retratos biográficos al uso. «Es un punto de vista, un disparo de flash, que deja una imagen intermedia entre la caricatura y el retrato íntimo», ha señalado.