Las joyas no son solo oro, plata y piedras preciosas. El proceso de elaboración de algunas piezas, independientemente de su material, conforman per se una auténtica obra de joyería.

Con este espíritu se inauguró ayer la exposición Enjoiades en el Centro de Artesanía de la Comunitat Valenciana, en colaboración con la Escola d'Art i Superior de Ceràmica de Manises, entidad que celebra este año su centenario.

La muestra está formada por una treintena de piezas de nueve mujeres ceramistas (una alumna y ocho exalumnas de la escuela), que exponen en el centro hasta finales de octubre piezas elaboradas con cerámica y porcelana en combinación con otros materiales como la plata, cordones, elementos reutilizados, alpaca o ágatas.

Las piezas son en su mayoría collares de grandes dimensiones o broches, aunque destacan también dilatadores de orificios para los lóbulos de las orejas.

Según la valenciana Teresa Tormo, una de las artistas que expone en la muestra, «la cerámica está por descubrir y el proceso de elaboración de estas joyas es muy costoso», explica esta joyera ceramista que considera su trabajo «de autor», «piezas de ornamento corporal como expresión de conceptos, sentimientos o puntos de vista personales». Junto a ella, también exponen sus obras las artistas Amparo Delgado, Ester Bouzada, Magdalena Villaseca, Olaya Oltra, Patro Burgos, Pilar Valderrama, Sunsi Martínez y Zaira Tahonero.

Para María José Sanz, directora de la escuela, el objetivo de la exposición, así como de las distintas actividades que están llevando a cabo con motivo del centenario, es dar a conocer la variedad de campos que abarca la cerámica, en este caso, la joyería.

En este campo, Sanz incide la variedad de tendencias que existen, desde técnicas hasta estilos y en la exposición destaca las estéticas minimalistas, hasta las más punk pasando por las primitivas. «Es un mix, tanto por el uso de los materiales como por el concepto de ornamento. Son nueve miradas femeninas a la idea de belleza. El nexo que las une es el material principal: la cerámica», explican desde el centro. «Es una muestra plural sobre la cultura actual del ornamento corporal, que va más allá de la idea de joya. El valor de las piezas radica en el significado, ya que aportan elementos de identidad a quien las usa».

Sanz apunta que si hubo un tiempo en el que la cerámica no pasaba por su mejor momento, lo cierto es que ha habido un «repunte» en el uso del material. Cuanta de ello es el número de alumnos extranjeros que, asegura, están inscritos en la escuela valenciana.

Uno de los motivos que aduce es el boom de la gastronomía. «La cocina se ha puesto muy de moda y esas creaciones hay que servirlas sobre un plato», apunta. Al respecto, recuerda el trabajo de la exalumna de la escuela Susana Gutiérrez que fue expresamente creado para presentar un postre elaborado por el cocinero Pedro Subijana en su restaurante.