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Entrevista

Juan José Millás: "La primera condición para escribir es ser un inadaptado"

El autor presenta su última novela, «Desde la sombra», el próximo miércoles en Valencia

Juan José Millás: "La primera condición para escribir es ser un inadaptado"

Millás regresa a la novela tan Millás como pocas veces, con uno de esos personajes extraviados en un mundo extraño, un fantasma de carne y hueso que aprende a ser feliz y a hacer felices a otros enterrado en un armario. Desde la sombra (Seix Barral) es el título.

«Desde la sombra» es la historia de un inadaptado. ¿Hay algo de eso en usted?

Inevitablemente. Si no, no escribiría. La primera condición para escribir es ser un inadaptado, porque el que está adaptado para qué va a escribir o a leer. El escritor y el lector se acercan a la literatura porque les da representaciones de un mundo en el que caben.

¿Cree entonces que la literatura cura, completa€?

Sí. Porque si uno está en una relación de bienestar con el mundo, escribirá el Código Penal, no una novela.

Tengo la impresión de que este Damián de «Desde la sombra» se parece a usted más que el Millás con nombre y apellidos de la novela anterior...

Es posible. Y eso nos indica que a veces las novelas más autobiográficas son las que más se alejan de la literalidad. Ahí está el caso de Flaubert y su «Madame Bovary soy yo». A veces, un personaje más alejado en apariencia de uno es el más autobiográfico.

El miedo nos convierte en alimañas, dice Damián. ¿Sirve para nuestra actitud con los refugiados?

Absolutamente. Y no solo con los refugiados, sino para el grado de sumisión que demuestran las sociedades contemporáneas frente a las agresiones del poder financiero. El miedo nos hace malos, nos quita la bondad.

¿Y la bondad aleja, aísla?

Sí. Aleja porque una persona bondadosa no tiene nada que hacer en el mundo actual. Si te presentas a una entrevista de trabajo, te preguntan por tus virtudes y la primera que dices es ser buena persona, ahí se ha acabado. Se busca gente agresiva. Una persona bondadosa es un ser extraviado en este mundo.

¿Los políticos españoles se merecen a estos ciudadanos?

Es complicado, porque vemos que son un desastre y que la frase «No nos representan» tenía una carga importante de verdad, pero no pueden ser tan distintos a nosotros si han surgido de entre nosotros. No es bueno colocar todo lo que no nos gusta de nosotros en ellos porque algo de ellos debe haber en nosotros también.

¿Cuál es su diagnóstico de la España de 2016, usted que sabe tanto de enfermedades?

Es una España un poco deprimida y cuando uno está deprimido no apetece salir de la cama.

¿A diferencia de la España de la fiesta de los 80, o esa es una visión magnificada?

Yo siempre fui consciente de que había algo de trampa en esa visión. Nunca me dejé embaucar. Lo que no pensé nunca es que el grado de retroceso iba a ser tan duro como el que estamos viviendo.

El armario es al fin el simbolo de una perdida, de la muerte. Al final todos vamos tras el rastro de los muertos.

Somos la casa de los muertos, en nosotros viven y nos habitan. Somos sus herederos.

Como Damián, ¿ha llegado donde tenía que llegar en la literatura?

Nunca se sabe. Uno empieza a escribir en busca de una voz propia, distinguible, original, pero lo único que tiene garantizado es que nunca la alcanzará en el grado que uno desea. Siempre piensas que en la próxima novela conseguirás el triple salto mortal sin romperte la crisma.

¿Escribir le cuesta menos, es una actividad más placentera que antes?

Más placentera, sí, porque cuando era más joven, siendo lo que más satisfacción me producía era también lo que más miedo me proporcionaba. Por eso me buscaba las coartadas más increíbles para no escribir. Hoy no me da tanto miedo sentarme a hacerlo. Es más placentera por eso, aunque no me cuesta menos, porque la exigencia sube.

Lo digo porque la prosa de esta novela es limpia, aparentemente ausente de retórica...

Pero es el resultado de mucho trabajo, porque de un modo natural tendemos a la retórica. Limpiar hasta llegar la sustancia no es fácil y tiene que dar la apariencia de sencillez. Ocurre también en el nivel del argumento. La novela podría haber sido el doble de larga y me he resistido porque quería ir a la sustancia. Me parece más eficaz la intensidad. Eso busco cada vez más: la intensidad sacrificando la extensión.

Que no es lo habitual en el mercado editorial.

No. Es verdad.

Tiene presencia habitual en los medios de comunicación. ¿Qué prefiere, prestigio o popularidad?

Todo escritor prefiere el prestigio.

¿Sueños de Academia los hay?

En estas cosas ni pienso.

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