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Novela

El escritor al que Valencia robó su novela triunfa en Inglaterra

Timothy O'Grady publica en España «Sabía leer el cielo», un libro sobre la emigración que se convirtió en un éxito en Reino Unido durante los noventa - El autor vivió varios años en el Carmen

El escritor al que Valencia robó su novela triunfa en Inglaterra

Timothy O'Grady es un tipo espigado de frente abierta y movimientos serenos. Solía vivir cerca de la plaza Nápoles y Sicilia hasta 2007, cuando se marchó a Polonia, donde vive ahora junto a su mujer. En Valencia dejó dos hijos, uno de los cuales le mantiene conectado con un asunto peliagudo en la ciudad a día de hoy: «El Valencia no ha hecho buena temporada, ¿no?», pregunta al apagarse la grabadora.

O'Grady es americano y escritor. Si no le suena su nombre se debe a que su mayor éxito, un superventas en Reino Unido titulado I could read de sky, ha tardado casi veinte años en traducirse al castellano. Es ahora cuando el público español en general y valenciano en particular encontrará en sus estanterías Sabía leer el cielo (Pepitas de Calabaza), una novela sobre un emigrante irlandés en la desconcertante Londres, que bucea las raíces del propio escritor y que se combina con el trabajo fotográfico de Steve Pyke. En estas dos décadas, la novela tuvo su versión cinematográfica protagonizada por Stephen Rea, provocó una serie de actuaciones en las que participada Sinnead O'Connor e inspiró a Mark Knopfler para componer un tema, Mighty Man.

«Hubo editores de aquí interesados, pero simplemente no ocurrió», se resigna O'Grady sobre la ausencia de traducción de un libro que sigue teniendo una vida saludable en las islas: «En un festival de Irlanda, hace unos meses, lo escogieron mejor libro del certamen», aporta el autor.

Lo más curioso es que la conexión con España del escritor no era nada difusa. O'Connor vivía en Valencia mientras su libro triunfaba en otro país. A la orilla llegó junto a una chica de San Sebastián, allá por 1996. «Era emocionante ir por las calles del centro, como recorrer un laberinto con muchas sorpresas: una plaza con murales, bares fascinantes... Todo era seductor y misterioso», rememora. Ah, y la luz, que no se le olvide la luz «algo que nunca había experimentado antes, particularmente en primavera».

Pero no solo la luz se le quedó incrustada en el cerebro al escritor. También un capítulo extraño y «terrible», enfatiza el escritor. Aquí, en un estudio de la calle Caballeros, pergeñaba la que sería su cuarta obra, Lights. «La tenía casi acabada cuando un día, al volver a casa, me di cuenta de que había desaparecido de debajo del asiento de mi moto», recuerda el autor, que precisa que solo conservaba una copia. «Contraté un detective privado, forré la ciudad con carteles anunciando una recompensa, aparecí en varios programas de Canal 9, uno de ellos presentado por Salomé...», enumera O'Connor, que finalmente se dio por vencido y asumió que reescribiría su novela. «Llamé entonces a John Berger, que es muy mayor y muy sabio, y me dio un buen consejo: que no tratara de buscar las frases perdidas, sino que concibiera un libro nuevo», narra. Así lo hizo y en 2004 alumbró su cuarta novela. Al tiempo, un detective resolvió el caso: unos chicos habían abierto su moto, le quitaron el móvil y tiraron el resto a la basura, borrador incluido. A pesar de ello, O'Grady no guarda rencor a la ciudad: «En la década que estuve aquí me robaron unas 32 veces; quizás soy un poco despreocupado», bromea.

Cuando le pidieron que viajara a Madrid para presentar la traducción de su novela, dijo que debería pasar también por Valencia (lo presentó en la librería Ambreta) para hablar de un libro que ha tenido «una vida impredecible». «Por alguna razón, a este libro le siguen ocurriendo cosas. Es curioso, los libros pueden morir para siempre, pueden tener una gran vida cuando se publica y una rápida muerte o pueden ser olvidados y reaparecer en sesenta años...», reflexiona sobre el motivo de su visita.

Asegura que la traducción «es más importante que un premio, puesto que le concede una nueva vida a la novela» y cuando se descubre repitiendo entrevistas de hace veinte años, señala: «También ves a Dylan cantar canciones que escribió cuando tenía 21 años y aún cree en ellas». La cuestión será conocer cómo llega el libro a ese nuevo tren. «Ahora hay muchos españoles yendo a trabajar en Inglaterra. No es el mismo tipo de emigración pero el sentimiento es idéntico: pierdes tu lugar, eres un extraño...», reflexiona.

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