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El existencialismo en ópera

palau de les arts (valencia)

De Francisco Coll. Int. Míriam Zubieta, Pablo García López, Elisa Barbero, William Purefoy y Pablo Aranday. Mús. Orquestra de la Comunitat Valenciana. Dir. Christopher Franklin. Dir. esc. Alexander Herold.

No es en las de Jean-Paul Sartre sino, por supuesto junto a muchas otras cosas, en las novelas de Franz Kafka donde, anticipadamente, se encontrará la expresión literaria más pura del existencialismo. La creación y el mantenimiento de un ambiente visual y sonoro sutilmente afín al que produce en sus lectores el escritor checo motivan un primer elogio global para el libreto de Meredith Oakes, la dirección de escena de Alexander Herold, la escenografía de Manuel Zuriaga, la música de Francisco Coll, la dirección musical de Christopher Franklin y el trabajo de todos los demás participantes en esta ópera, Café Kafka, producción del Palau de les Arts estrenada en la Gran Bretaña hace dos años y ahora traída a Valencia.

Los anónimos personajes se mueven sobre un suelo mondraniano cuyos varios niveles descienden hasta la primera fila de espectadores en suaves cuestas irregulares que van de lado a lado. El ventanal a la calle de la cafetería sirve de pantalla para la proyección de una secuencia, diseñada por Miguel Bosch, de imágenes abstractas de Quique Reche que recuerdan ora a Kandinsky, ora a Kokoschka€ Al fondo del escenario, la pequeña pero completa orquesta con el director dando la espalda a los cantantes.

El anuncio es inequívoco: no habrá acompañamiento, sino más bien un coro sin texto que funcionará como otro personaje más. Francisco Coll lo hace elocuente sirviéndose de motivos que nunca llegan a constituirse en melodías propiamente dichas; por exclusión, se entiende que sobre todo juega con los timbres y las tesituras, algo menos pero también con los ritmos.

La equilibrada combinación de lo viejo y lo nuevo, lo simple y lo complejo, lo emocional y lo intelectual, la idoneidad y entrega vocal y dramática con que los protagonistas son encarnados, más una brevedad (40 minutos) que excluye toda redundancia hacen de este un espectáculo muy recomendable.

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