El autor no oculta que, mientras se representa su obra, parecen un grupo de turistas extrañamente silenciosos, acaso una manada de individuos enganchados a su reproductor de música. Take a walk, la obra que se representa hoy en Las Naves «sin entrar en Las Naves» es eso: un paseo por el barrio donde treinta espectadores siguen al autor Emilio Rivas, que va narrando una historia. El público le escucha a través de unos auriculares y él se refiere a la escena que generan «una mínima nada con auriculares» desplazándose por la calle.

La idea surgió hace un año en Madrid cuando llevó, junto a la compañía La Tristura, un festival de teatro a uno de los barrios más desfavorecidos de la ciudad. «Queríamos incluir al barrio y su gente en el teatro y qué mejor manera que esta», recuerda Rivas. Qué mejor que pasear junto al público por su propio laberinto. Pero no se trata de deambular por el barrio sin más: Rivas estudia primero el recorrido y a después imprime su relato, impregnándose de lo que le inspira el trazado.

Si en Madrid se ha hecho en barrios como San Cristóbal o Lavapiés, en Valencia (primer viaje de la obra) se escogió El Grau por su cercanía a Las Naves y por la inevitable presencia del mar. Rivas, por cierto, es de Cádiz. «No se puede obviar el mar, que a mí me traía resonancias del pasado», cuenta el autor, que se ha empapado de la historia y fisionomía de un enclave al cual la zona más antigua del puerto otorga el aura de entrada histórica a la ciudad.

Lo que tendrán ocasión de ver los espectadores que sigan a Rivas entre hoy y mañana „había tres pases previstos y se ha ampliado uno más„ es una obra completamente nueva, porque «sería incoherente no trabajar con lo que te ofrecen las calles», reflexiona el dramaturgo. Lo único que se deja al azar, admite Rivas, es lo que pueda ocurrir mientras pasean, como les sucedió una tarde de teatro en Madrid: una señora vio moverse a esa masa de individuos ensimismados y «abrió los ojos como platos», narra el autor, así que uno de los espectadores decidió acabar con el misterio y le puso los auriculares para que ella entendiera. «Causamos un poco de desconcierto», reconoce Rivas. Él y el público serán, en sí mismos, una obra andante en el Grau.