­­¿Esperaba que los cómics acabaran en un museo?

Nunca fue la intención, como se ha comentado en la presentación de la exposición, pero en el momento actual lo visual ha adquirido tal importancia, especialmente el cómic y la ilustración, que ofrece al espectador una cierta reconciliación con la imagen. El arte contemporáneo requiere de una cierta preparación para entenderlo, pero en el caso del cómic hay incluso narración.

Los artistas que exponen en los museos son aparentemente ricos, no como ustedes.

No teníamos animo de lucro. Lo hacíamos, igual exagero, por mero disfrute. Cierto que entrabamos en el mercado, haciendo ilustración y cartelería, publicidad incluso. Pero esto ofrecía el aspecto divertido de la narración, contábamos historias.

¿Eso impidió la consolidación de una industria en Valencia?

Queríamos mantener la relación con Valencia, por eso nos quedamos aquí, aunque trabajáramos para fuera.

¿Tendremos Salón del Cómic?

Me parece más interesante dinamizar la actividad, que un referente concreto de espacio.

¿Cómo se dinamiza?

Por ejemplo con esta exposición del IVAM, muy cuidada.

La obra de Calatayud aguanta mucho.

La comunicación con el público siempre me fascinó. He tenido reediciones con editores que ya se compraban mis trabajos en el quiosco.

¿En qué está ahora?

He terminado de hacer una adaptación de Julio Verne, El Rayo Verde, pero en vez del cómic, he utilizado la viñetas del auca, de gran tradición en Valencia.