Vuelve a casa con un Premio Nacional de Danza (2013) y cierta sensación de haber envejecido prematuramente. Marcos Morau (Ontinyent, 1984) estrena hoy Après moi, le déluge (Después de mí, el diluvio), título robado a Luis XV para un espectáculo de danza que toma la locura por oscuridad. Tras dos semanas de trabajo concentrado en el marco del festival 10 sentidos, esta especie de work in progress verá la luz en Les Arts.
¿Hay presión añadida por volver a casa?
Igual hace unos años piensas eso de «nadie es profeta en su tierra» y tienes que volver a demostrarles que has tenido éxito en el extranjero. Pero ahora mismo no, vengo con la satisfacción de desarrollar mi trabajo aquí y allí, y al público lo tienes presente pero ya no tienes la sensación de tener que convencer a nadie.
¿Esa sensación la da el público o los premios?
Se ha demostrado que el público, a lo largo de la Historia, no ha tenido la razón siempre. Muchas veces reacciona de manera estrepitosa ante títulos que después son considerados éxitos. Hay que tenerlo en cuenta (al público) en cierta medida.
¿Se considera un artista arriesgado?
La escena contemporánea tiene que tomar riesgos, es el único espacio que nos queda para la revolución . Yo intento hacer espectáculos que respondan a mi vida en 2016; un ballet clásico te puede gustar mas o menos pero no es lo que responde a mi tiempo. La tormenta social en que estamos envueltos propicia que los espectáculos tengan este canto a la fealdad. Pero también tratan de provocar al espectador. No queremos un espectador pasivo, queremos que participe. El riesgo es una provocación pero también una manera de ampliar el marco de percepción del público. Queremos un público comprometido.
¿El público también puede resultar decepcionante?
El concepto público es una masa anónima que no comparto. Yo hago espectáculos para personas. Cuando dicen que tus trabajos gustan al público o a la crítica no sabes quién es esa gente. Como no haces cosas comerciales No llegas a masas comerciales, llegas a unos pocos y puede haber ciudades y países donde mi trabajo puede ser más reconocido...
¿Qué países?
En toda Escandinavia, Alemania, Francia, Inglaterra... En España siempre es donde más difícil resulta. Lo de que nadie es profeta en su tierra lo dijo algún español porque aquí cuesta muchísimo asimilar un artista propio.
¿A qué lo achaca?
Al complejo de inferioridad que tenemos.
¿Es este un país conservador para el arte?
Va con unos cuarenta años de retraso por la dictadura y eso se nota en muchos ámbitos. No está tan mal para llevar ese retraso pero en Francia o Bélgica encontramos otro público y otro amor hacia el arte, tanto de las instituciones como de la gente.
