Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Pintura

Los cuadros viajeros del San Pío V

El flujo de obras «demuestra la calidad artística de las obras» que posee el centro que dirige José Ignacio Casar Pinazo

Los cuadros viajeros del San Pío V

El proceso está calculado hasta el último milímetro, pues los viajeros son extremadamente delicados. El trajín de cuadros yendo y viniendo al Museo de Bellas Artes de Valencia tiene más de coreografía de ballet que de transporte de grandes mercancías. Esta última semana, varios técnicos sellaban, en el interior de la pinacoteca, la caja donde viajarán dos piezas de Ribalta y una de Pedro Orrente rumbo a Alemania.

Se trata de Abrazo de San Francisco al Crucificado y San Pablo, de Ribalta; y el Martirio de Santiago el Menor, de Orrente. Las obras serán cedidas a la pinacoteca Gemäldegalerie de Berlín, para la exposición El siglo de Oro. Die Ära Velazque (La época de Velázquez), visitable hasta el 30 de octubre. La propia restauradora del museo, Asun Tena, viajaba con las piezas que se integrarán en una muestra de 150 obras, en un recorrido por la historia del arte en España en pintura y escultura durante el XVI y XVII. Antes de regresar a casa, los últimos viajeros del museo valenciano irán con la misma muestra a Múnich hasta marzo del año que viene.

Mientras unos cuadros pasarán el verano en otras latitudes, otras obras están a punto de regresar al centro original. Es el caso de las siete que se cedieron a la exposición de la Modernitat republicana en València, que finaliza mañana en el MuVIM. Ignacio Pinazo Martínez, Vicente Beltrán o Ricardo Boix son algunos de los autores prestados a otro de los museos de la ciudad que presumiblemente volverán antes de final de mes. Sin salir de Valencia, el San Pío V tiene cedidos a Sorolla, Leopoldo Gracia, Daniel Sabater, José Benlliure o José Mongrell en la sala de exposiciones del ayuntamiento. Y sin hacer demasiados kilómetros, en Bocairent, está la escultura del León ibérico del IV antes de Cristo, prestada hasta septiembre.

El tríptico del Bosco

Algunos cuadros tienen billete a exposiciones con mayor eco, como la del quinto centenario de El Bosco en el Prado, y otros viajan a espacios de los que apenas llegan señales, como una muestra en Udine (Italia) para la que el museo regido por José Ignacio Casar Pinazo ha prestado Barca de Caronte, de José Benlliure. A la pinacoteca madrileña se le ha cedido, con más publicidad, el Tríptico de los improperios de El Bosco.

Según el propio Casar Pinazo, las idas y venidas de las obras suponen en ocasiones un «esfuerzo adicional» para los técnicos de la pinacoteca, si bien, el flujo de obras «demuestra la calidad artística de las obras que posee el museo». Fuera de las fronteras del Estado, el San Pío cuenta ahora mismo con las citadas obras en Alemana y en Italia, además de la obra de Francisco Rizzi Júpiter entregando a Pandora la urna o vaso, que hace unas semanas fue embalada para poner rumbo al Musée Basque et de l´Histoire de Bayona, como parte de la muestra La Paz de los Pirineos de 1659. Un asunto de familia.

De puertas adentro, un Degraín en Zaragoza, una obra de Equipo Realidad en Málaga y otra de Luis de Morales en Barcelona, completan el trasiego de habitantes del museo que durante estos meses giran por otras ciudades. En total son más de veinte de obras en circulación, aunque hace un mes superaban la treintena. Es una muestra de que, aunque hierática, la pinacoteca permanece viva.

Compartir el artículo

stats