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Triunfo de lo atonal

Obras de Rota, Ginastera y

Respighi

palau de la música (valencia)

Músicos: Michael Barenboim (violín) y Orquesta de Valencia. Director: Yaron Traub.

Es muy probable que por primera vez en la historia más de mil quinientas personas asistieran completamente en silencio y sin deserciones a la interpretación de una obra atonal, más concretamente dodecafónica, en la sala Iturbi. El prodigio se operó con el estreno local del Concierto para violín compuesta en 1963 por el argentino Alberto Ginastera. Yaron Traub preparó a la audiencia con su habitual habilidad para despertar la curiosidad del oyente. El auténtico oficiante fue sin embargo el violinista Michael Barenboim (París, 1985), al que cada actuación (y en Valencia ya van tres) lo eleva un poco más en la élite mundial de su instrumento. Inopinada paradoja para el profano, en páginas de esta índole la afinación es determinante, y la de este solista resultó impecable.

Una inacabable gama de golpes de arco y una inverosímil agilidad en la mano izquierda hicieron además justicia a la formidable exhibición de inventiva en la cadencia inicial, a los seis estudios subsiguientes y a pasajes tan decisivos como la variación con cuartos de tono y titilantes trinos sobre el tenso tremolo provisto como evocador fondo por la orquesta. Ésta, con la sección de vientos reforzada y seis grupos distintos de percusión, en general también respondió a las cruciales exigencias que se le plantearon. Las citas ya oídas pedían como propina lo que dio la Paganiniana de Nathan Milstein. Estupendas las versiones de músicas italianas en que se envolvió este inesperado regalo dodecafónico: de la suite de La strada (donde se echó de menos el famoso tema de trompeta) antes, de las Fiestas romanas de Respighi luego; más, del mismo autor ya fuera de programa, el final de Los pinos de Roma con unos alumnos sumados a dotación de metales.

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