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Análisis

El Museo de Bellas Artes, sin director definitivo un año después

El concurso para ser responsable del museo sigue estancado y Casar Pinazo permanece como rector interino - Los obstáculos jurídicos pueden restringir la convocatoria a funcinoarios

Albert Girona, Vicent Marzà y Carmen Amoraga, en el Museo de Bellas Artes. j. aleixandre

Un año menos veinte días, si se prefiere. El 21 de julio de 2015, Paz Olmos era destituida como directora del Museo de Bellas Artes de Valencia abriendo una nueva era para en el centro, para el cual los responsables de la conselleria de Cultura se imponían, como horizonte moral —igual que en las demás instituciones culturales— un concurso abierto al cargo de rector de la pinacoteca. Los obstáculos se vieron pronto: la naturaleza jurídica del museo impedía que, de inicio, el puesto fuera ocupado por miembros ajenos al cuerpo de la Administración. Solo funcionarios de clase A podrían concurrir aún hoy a una hipotética convocatoria.

En todos estos meses se han abierto procesos en CulturArts, el Consorci de Museus, el Palau de la Música y el Escalante. Mientras, en el Museo de Bellas Artes, José Ignacio Casar Pinazo permanece como responsable interino desde que fuera nombrado en septiembre, dada la urgencia (alegaron entonces en Cultura) por contar con un capitán al frente de una nave con alarmantes signos de decadencia, véase el robo sufrido en julio pasado o los problemas de algunas obras debido a negligencias en la climatización de las salas.

Por los plazos que se manejan a día de hoy en la conselleria, Casar Pinazo cumplirá un año como director en funciones. Desde el entorno de Campanar se apuntan diferentes versiones respecto al estado del proceso. Por un lado hay quien señala que el concurso para elegir un director, muy probablemente, quedará acotado a miembros del funcionariado, por lo que continuará siendo una plaza equivalente a la de un jefe de servicio. Otras fuentes, sin embargo, afirman que técnicos de la conselleria siguen trabajando en fórmulas administrativas para que ese puesto pueda estar al alcance de cualquier ciudadano que cumpla con unos requisitos y presente un proyecto sólido, del mismo modo que ha ocurrido con las demás instituciones.

Un decreto para el cambio

Pese a la dilatación del proceso, hay fuentes que apuntan que se podría haber aplicado una fórmula intermedia para conseguir que esa plaza saliera fuera de la Administración, sin abordar una profunda reforma jurídica en el museo. Según fuentes sindicales, un decreto del Consell serviría para extraer el cargo del funcionariado en un periodo corto.

Los plazos para conocer a un nuevo inquilino en el Museo de Bellas Artes, por tanto, son movedizos. La cautela se impone después de un primer momento en que parecía que sería un visto y no visto: el verano pasado, de hecho, el secretario autonómico del ramo, Albert Girona, llegó a barajar que en tres meses (lo dijo en agosto) estaría resuelto el concurso. Mientras, Casar Pinazo ha llevado adelante el proyecto museológico para los próximos años. La nave ha tomado un rumbo concreto pese a que aún no conoce quién la dirigirá.

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