El fiber deja Aquarama a mano izquierda y el circuito de karts a la derecha. Saluda a las fuerzas del orden, a los vendedores clandestinos de cervezas, completa el caminito como si de un rito iniciático se tratara, y serpentea hasta cambiar la entrada por la pulsera, que patrocina una marca de whisky. El fiber pasa el control de seguridad de la puerta y le recibe el icónico cabezón del festival, pintado en el piso. Si alza la cabeza, observa un gran pasillo que lo conduce al meollo. A un lado y otro, reclamos para el consumo. De marcas de bebidas a marcas de maquillaje, pasando por un club de fútbol. El fiber echa de menos la atracción de feria de los otros años, pero se puede agujerear en el puesto de piercings, se puede tatuar (no permanente, que luego vienen los lamentos), y se puede alimentar: jamón y paella, claro, pero también comida tailandesa, australiana, italiana o árabe. El fiber gira a mano izquierda buscando un concierto, esquiva una despedida de soltero y por fin otea un escenario. Entonces le regalan una manopla publicitaria, que le recuerda que puede pagar casi todo con su tarjeta de crédito.

El FIB es una oda al entretenimiento. En su XXII edición, la música sigue siendo importante, pero ya no es lo único importante. Lo sabe por ejemplo una de las bandas que mejor funcionan en estos tiempos. Tocaron el año pasado y este hacen doblete. Las madrileñas Hinds actuaron el jueves en plan sorpresa, en el FIB Club, y ayer repitieron por la tarde en el escenario principal. Hinds son el FIB en 2016: jóvenes, hedonistas y ligeras, con su clac de youtubers y viners que ayudan a convertir sus actuaciones en acontecimientos. Como a las chicas no les falta actitud, la fórmula funciona. Al festival le da aire: los viejos nos podemos sentir viejos presenciando la escena, pero los jóvenes sienten que el festival es un lugar que les pertenece.

Savia nueva

Cada generación tiene sus estilos (imposible imaginar hace años una jornada con tanta electrónica y hip-hop y con tan pocas guitarras como la inaugural) y cada generación tiene sus Hinds. El desafío y el mérito del FIB es su capacidad para ir solapando quintas, para sumar y crecer y que la receta funcione.

Es esa savia nueva y la recuperación del público nacional la que le ha permitido presentarse en 2016, tras los titubeos de años atrás, con una afluencia de público similar a la de hace una década. La organización espera alcanzar los 40.000 espectadores en la jornada de hoy, que lideran los británicos Muse, con la escolta, entre otros, de Disclosure, The Kills, Bloc Party y Echo & The Bunnymen. Destaca asimismo el homenaje que brindará Capsula al fallecido David Bowie, quien fuera uno de los clásicos anhelos de la organización del festival. Mañana, para cerrar, encabeza la oferta el rapero estadounidense Kendrick Lamar, sin olvidar a The Maccabees o Massive Attack.

A todo motor

Tras el arranque del jueves, ayer el festival encendió en Benicàssim todos sus motores. Por el escenario Las Palmas, el principal, desfilaron las mentadas Hinds, los siempre solventes y valencianos La Habitación Roja y, abundando en la reivindicación de la guitarra, los ingleses The Vaccines y los escoceses Biffy Clyro. Tras ellos, los inagotables The Chemical Brothers, con el aval de dos décadas levantando al público fiber, aguardaban como reclamo de la madrugada.