­¿Qué pinta Pinazo en el IVAM? No es un juego de palabras, es una pregunta que merodea al centro valenciano desde su inauguración, una sombra de sospecha sobre la presencia de este artista al lado de célebres representantes de la modernidad. Ese es, precisamente, el discurso al que le dará (o pretende darle) la vuelta el propio IVAM en la primera de las seis exposiciones que restan en el museo en lo que queda de año. Pinazo y las vanguardias establecerá un diálogo entre el pintor muerto en 1916 y nombres como Saura, Barceló o Julio González. Servirá también para poner en valor las obras del valenciano, quien declinó marcharse a predicar en alguna ciudad con más peso en el circuito internacional del momento, buena parte de las cuales están en el IVAM. La muestra es uno de los pilares de la celebración del centenario del autor y, de hecho, se quedará un año entero en las paredes de la Galería 8 del museo.

La pirueta discursiva con Pinazo antecede a otras que se sucederán en el centro en lo que resta de 2016. Destaca, por ejemplo, Fake, una exposición en la que se analizará una especie de explosión del arte desde dentro. El juego de esos autores que transgreden los límites del arte para cuestionar el discurso dominante entronca, de alguna manera, con la exposición que recorrerá todos los movimientos activistas valencianos desde los años setenta. Esta vía más provocativa del IVAM se combinará en los próximos meses con otros nombres propios.

La subversión. Desde el arte y la ciudadanía. Así se entienden dos de las exposiciones que tendrán lugar en el centro. En Fake. No es verdad, no es mentira, se darán cita artistas que han corroído estructuras del arte. «Camuflajes, infiltraciones y sabotajes emprendidos por artistas de todo el mundo desde que Orson Welles hiciera creíble un ataque marciano», describen desde el museo, en una muestra que busca transgredir lo que los espectadores del arte dan por cierto. Obras como las del colectivo anónimo Agustín Parejo School, que llenaban la calle de acciones o instalaciones „y entre los cuales estaba Rogelio López Cuenca, que pasó hace poco por el IVAM„ estarán en una de las muestras más complejas del curso en el centro.

Más cercana, al menos al público valenciano, resultará la exposición Testigos de la ciudad. Será en la biblioteca del IVAM donde se repasen los activismos políticos que también han cuestionado al poder de una manera directa, desde los años setenta. Estarán representados todos los salvem, desde El riu es nostre i el volem verd a los últimos por el Cabanyal, además de la Asociación de Víctimas del Metro 3 de julio, en una muestra que servirá como homenaje a quienes han ido a la contra.

Los nombres propios. Pero no solo hay una línea perceptible en lo que queda de año en el museo, pues varios nombres, con resonancias en la Historia del Arte o en el presente, aliñan la última programación del año.

Nos es la primera vez que el equipo artístico formado por Helena Cabello y Ana Carceller pasan por el IVAM. Esta vez, en la galería reservada a las propuestas «con más riesgo» del centro, el dúo preparará una ación específica tomando como referencia la escalera que une las dos plantas de la galería. El trabajo, que girará en torno «a la construcción de las identidades y los géneros», como apuntan desde el museo, se titulará Lost in transition y será la segunda propuesta que inaugure el IVAM después del verano.

Para noviembre se deja uno de los denominados casos de estudio que ocupan la Galería 3 „el último fue el gravitó alrededor de Grete Stern„ que posiblemente lleguen a una mayor cantidad de público. Tendrá como estrella a Richard Hamilton, una de las figuras claves del arte en el siglo XX, maestro del pop-art. El IVAM rescatará de sus fondos la obra que desplegó el artista desde diferentes frentes. Fotografía, dibujo, grabado, diseño industrial o publicidad llenarán las paredes de la galería, buceando en la crítica que, desde un tono lúdico, realizaba el artista a la sociedad de consumo.

Hamilton dará paso al último artista en visitar el museo. El cordobés Pepe Espaliú, considerado desde el propio centro como «uno de los artistas más relevantes de la generación española de los ochenta», tendrá su espacio en una de las salas del museo, desde donde se pondrá su obra en relación con una figura que obsesionó a los artistas de su generación: el círculo. El pintor, escultor, performer o poeta fue de entre quienes asomaron su obra a los ochenta, despertó mayor admiración en el circuito internacional. Él será el encargado, ya en diciembre, de poner punto y final al 2016.