Subieron a una furgoneta, como el Equipo A, y pusieron rumbo al aeropuerto. Sobre las dos de la tarde de ayer se acabó el periplo valenciano de U2, a quienes solo les faltó la batería de Larry Mullen Jr., para haber podido improvisar un concierto en la Plaza de la Virgen. Los tres que acudieron no llegaron a la ciudad con el mono de trabajo pero sí que ejercieron de celebridades y de iconos para sus fans. A la salida de su hotel, una guarida secreta de cinco estrellas en el centro histórico, más de una veintena de aficionados esperaban a Bono, The Edge y Adam Clayton para endulzarles la despedida.

Javier Vara, presidente del grupo U2 Valencia, el núcleo de seguidores de la banda irlandesa más numeroso en España, había averiguado el paradero de los músicos después de haber topado con ellos «por casualidad» el día anterior. «Estuvieron muy amables», relataba ayer Vara tras haber compartido «unos 20 minutos» con sus ídolos, en los que abundaron los autógrafos y las fotografías. Así, en el último instante, se deshacía el último secreto que la banda mantuvo durante su gira sin concierto por el Cap i Casal. «Nos pidieron que no avisáramos a prensa», apuntan desde Seuxerea, restaurante cercano al hotel donde se hospedó el trío. Allí tampoco dan muchos detalles , salvo que habían avisado con antelación de que acudirían a comer y que mantuvieron un trato «cordial».

Cuando se marcharon del local se levantó el acuerdo tácito de de privacidad y apareció titilando en las redes una foto de parte del equipo del local junto a Bono y The Edge. Otra miga de pan más en el recorrido fugaz de la banda. A juzgar por los lugares donde han dejado su impronta, no quisieron moverse mucho del centro de la ciudad: los restaurantes donde comieron, el hotel y la Lonja quedan al alcance de un mínimo paseo.

Acompañados de dos vigilantes, habían anticipado la ruta y demandado discreción, hecho que voló por los aires en cuanto una imagen furtiva aparecía en las redes sociales.

El único desplazamiento largo de la banda fue, precisamente, el motivo que les había acercado a Valencia: la boda del amigo de la infancia con una joven de la ciudad. Era en La Cartuja del Ara Christi y, en una maniobra preventiva, llegaron al complejo, situado en El Puig, a bordo de un helicóptero, y con bastante antelación al enlace. Ya por entonces se había encendido un piloto para la prensa y entre los aficionados, que señalaba que U2 estaba en Valencia. Una foto en una fiesta nocturna fue la primera pista. Un paseo por la Lonja, el segundo rastro. De ahí se fue trazando la estela del paso de la mítica banda de rock, que no deja eco en Valencia, pues no vinieron a cantar, pero sí deja la huella incandescente de los mitos del pop.

«Valencia no les era un lugar extraño»

Nunca antes han venido a tocar, pero Javier Vara, que ha intercambiado impresiones en varias ocasiones con los miembros de la banda, apunta que «posiblemente» se hayan dejado caer por la ciudad en alguna otra ocasión, pues tienen «amigos aquí». «Además, les hemos dicho que ya es hora de que toquen aquí», añadía el presidente del club de fans. Si alguna pasaron por Valencia, en cualquier caso, lograron el nivel de secretismo que se les escapó en esta visita a la ciudad.