Preguntar es peligroso porque existe la posibilidad de que alguien responda. Preguntar a toda una ciudad, entonces, implica asomarse a miles de abismos. Eso es lo estimulante del proyecto en el que anda enfrascado Las Naves junto al grupo chileno interdisciplinar Mil M2 y que ya ha sido puesto en práctica en varias ciudades, sobre todo en Santiago, antes de llegar a Valencia el próximo mes de octubre. El Proyecto Pregunta, que romperá los muros del recinto situado en Juan Verdaguer para expandirse por toda la ciudad, constituirá uno de los puntos centrales de la nueva programación de Las Naves y con la que se quiere dar alas a la filosofía de abrir la creación artística a la participación ciudadana, según señalan desde el propio centro a este periódico.

El montaje del proyecto es simple; las intenciones, perversas. El grupo Mil M2 primero se reunirá con diversas asociaciones ciudadanas, junto a las que se plantearán las preguntas que quieren hacer a la ciudadanía. En Chile, por ejemplo, el grupo de trabajo se implicó en el debate público acerca de cuánto debían cobrar los profesores, y aquí y allá empezaron a verse a equipos de personas sosteniendo letras gigantes que inquirían «¿cuándo los profesores tendrán la importancia que merecen?», o una con un destinatario más preciso: «Sra. presidenta, ¿cuánto vale el trabajo de un profesor?».

En Valencia, indican desde Las Naves, el proyecto aún está en una primera fase y se desconocen las preguntas que se lanzarán a la ciudadanía y los espacios públicos que ocuparán; según las asociaciones que entren en el juego, las cuestiones tendrán una connotación u otra. Imagínense que se preguntara al ciudadano: ¿qué modelo cultural queremos? o ¿de quién es la ciudad? Porque el final del trayecto no es la colocación de los carteles. La provocación espera una reacción. Durante el tiempo en que estén colocados los letores y en esos mismos lugares, quienes tengan algo que decir podrán dejar su respuesta escrita en un papel. Cuando se retire el montaje todas las respuestas se editarán en un catálogo al alcance de cualquiera que quiera saber qué opina la ciudad sobre sí misma, en un estudio más profundo que un referéndum.

Dos producciones comunitarias

Esta última propuesta de Las Naves servirá también para orientar la programación del centro, poniendo el foco en la intersección entre la creación y la participación ciudadana. De hecho, las dos producciones propias en las que está sumergido el centro para el próximo curso siguen esa línea. Una de ellas estará a cargo de Eva Zapico, quien actuó por última vez en Las Naves el pasado invierno con el Gran Arco. Zapico será la encargada de dirigir a un grupo de inmigrantes, en un proyecto en colaboración con la asociación Valencia Acoge.

El segundo proyecto, todavía en una fase de preproducción —en busca de director, de hecho—, tendrá un anclaje en el distrito de polutas letreros, donde se encuentra Las Naves. Así explora el centro la implicación de los vecinos en la obra artística, como ya probó con El Pont Flotant.