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Fundador y director del Rototom

Filippo Giunta: "La polémica con Matisyahu nos hizo saber que somos muy famosos"

«Manu Chao tiene mucho que ver con la filosofía y la ética de nuestro festival», apunta de su cabeza de cartel

Filippo Giunta, director del Rototom levante-emv

Se escucha un barullo de fondo cuando Filippo Giunta, más de veinte años al frente del Rototom —seis desde que el festival llegó a España—, descuelga el teléfono. «Los últimos días siempre estoy nervioso», cuenta desde dentro del recinto. Comenta que esta va a ser la mejor edición del Rototom, entre otras cosas por contar con Manu Chao, un viejo anhelo. Atrás queda la controvertida edición por la actuación del cantante judío Matisyahu. Fue entonces, tras 23 años de Rototom, cuando Giunta se dio cuenta de que la repercusión de su evento.

«Es el mejor Rototom», dice. ¿Es un tópico propio del director o hay motivos de fondo?

Es por el nivel artístico. Tenemos un cartel impresionante. Mezclamos un poco de todo, lo nuevo, lo viejo... y también proponemos artistas que no son solo de reggae: tenemos a Macaco el primer día y Manu Chao el 17. Los dos creo que dan un valor añadido. Manu Chao tiene mucho que ver con la filosofía, la ética y el espíritu del festival, y es un apasionado de Bob Marley; sabemos que está preparando un repertorio ad hoc para nosotros. Y Macaco es muy conocido por el repertorio más pop, pero sus inicios y su alma son reggae.

¿El futuro pasa por mezclarse con otros estilos?

Ese es el presente y secreto del éxito. Crecemos cada vez más con estos experimentos. El año pasado fue con Chambao y desde que estamos en España hemos presentado a artistas como Ojos de Brujo o Major Lazer, que aceptan el desafío de ir a un festival reggae, porque no es el mismo espectáculo que hacen el resto de su gira. Hasta ahora hemos logrado el objetivo y nuestro público se espera algo diferente cada año.

¿Aún cuesta convencer a los artistas o ya hay quien se ofrecen al Rototom?

Se ofrecen a menudo. Recuerdo que el año pasado nos llamó el representante de Eddie Murphy, que se había montado una banda reggae y había hecho un disco con cierto éxito, y para presentarse al gran público había elegido el Rototom como escaparate. Al final no hubo nada pero nos sorprendió que de todos los festivales del mundo eligiera el nuestro.

¿Cuando llegaste a España era más fácil montar un festival?

El primer año lo recuerdo como una pesadilla. Ninguno sabíamos hablar español y no conocíamos las leyes. Aun así era más fácil que en Italia, donde salimos de una situación imposible. Aquí, desde el primer año hasta ahora, todos, nosotros y sobre todo las instituciones, estamos más preparados. Se piensa en todos los detalles a nivel de permisos. Antes era todo «más o menos», con mucha improvisación. Ahora las reglas están más claras.

¿No se ha generado una burbuja de festivales?

Este riesgo existe. Hay gente como nosotros, apasionados de la música y que llevamos veinticinco años como equipo que organiza eventos, y después hay gente que solo busca negocio y piensa que hacer un festival es simple y deja un gran beneficio. Esos entran en este mercado sin saber demasiado y esto sí puede provocar una burbuja, pero toda esta gente se quedará fuera. Al final se quedan los mejores, los que hacen el festival sí o sí.

Aunque con menos volumen, este año se han repetido las voces que piden que el festival se cambie a septiembre...

Me parece absurdo repetirme cada año: si hubiéramos podido cambiar la fecha lo habríamos hecho. Este es un evento donde el 70 % del público viene de fuera de España y es un festival largo, de ocho días; si pretendemos que vengan tienen que estar de vacaciones y las vacaciones en Europa empiezan en julio y terminan a mitad de agosto. El festival tiene que hacerse en julio o en agosto y en julio está el FIB, que no parece que quiera cambiar fechas. Así que solo nos queda agosto o irnos a otro pueblo que nos permita montarlo en vacaciones.

¿Ha llegado a buscar otro municipio para el traslado?

En realidad son otros municipios los que se ponen en contacto con nosotros. Sobre todo los pueblos que no tienen otra perspectiva de turismo. Benicàssim es una localidad turística que podría vivir sin el Rototom, pero otros pueblos no tienen tanta oferta. Comprendo que no somos lo más importante de Benicàssim. También parece que el ayuntamiento este año ha entendido nuestros problemas y nuestra voluntad de hacer lo que podamos para ayudar al pueblo, y nos ha asegurado su apoyo.

¿Qué aprendieron de la polémica con Matisyahu?

Varias cosas. Sobre todo nos dimos cuenta de que somos muy famosos. El problema era que fue anulado un concierto dentro de un festival de un cantante bastante desconocido y salió en medios de todo el mundo. Aprendimos que tenemos que estar muy atentos a cada decisión que tomamos porque el mundo espera un fallo para crear una polémica. De repente Matisyahu era el cantante más importante y a la asociación que montó la polémica, a la que no conocía nadie, a lo mejor empezó a conocerla mucha gente.

¿Alguna autocrítica?

Nos sirvió para saber que debemos conservar nuestra línea de conducta. Nosotros vamos a considerar solo el aspecto artístico: tú subes al escenario y yo te controlo, entre comillas, lo que estás cantando y transmitiendo a nuestro público. En el escenario aquí todos envían un mensaje de paz, amor y unión, pero en su vida privada no tenemos el derecho ni el tiempo para juzgar qué hacen o qué dicen. Por la presión del año pasado y porque no tuvimos tiempo, fallamos en no ser tan firmes en nuestros principios.

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