Palau de les Arts, Institut Valencià d´Art Modern (IVAM), Consorci de Museus, Museu Valencià de la Il.lustració i de la Modernitat (MuVIM), Palau de la Música, Museo de Bellas Artes, Teatre Escalante... Todos son buques insignia de la cultura valenciana y todos están dirigidos por hombres.

Según Carmen Amoraga, directora general de Cultura y Patrimonio, en el caso de los museos valencianos la causa está en que se han presentado más hombres que mujeres a los concursos públicos. «Tanto en el Institut Valencià de Cultura (IVC) como en el Consorci de Museus ganaron los proyectos mejor valorados», aunque «el jurado era paritario», aclara la también escritora. De hecho, añade que «las bases para ambos concursos se consultaron y se desarrollaron conjuntamente con asociaciones de mujeres creadoras de cultura para garantizar que fueran igualitarias sin caer en paternalismos». Sin embargo, Amoraga no niega el «techo de cristal» de la mujer en museos. «Es como en educación, hay muchas profesoras y catedráticas, pero pocas rectoras».

En este sentido, la subdirectora del Institut Valencia de Conservació i Restauració de Bens Culturals (Ivacor), Gemma Contreras, recuerda que el 90 % de los restauradores de la entidad son mujeres, cifra que contrasta con la ausencia de féminas al frente de un museo. El dato valenciano no es una excepción. Basta con echar una mirada a las grandes pinacotecas españolas: el Museo del Prado, el Reina Sofía, el Guggenheim, el Macba, el Thyssen,... Todos cuentan con directores hombres. En el caso de los auditorios musicales se repite el patrón de Les Arts, ninguna mujer dirige el Liceo de Barcelona o el Teatro Real de Madrid.

Solo fuera de España se pueden encontrar algunos nombres femeninos al frente de grandes instituciones: Irina Antonova estuvo 50 años dirigiendo el Museo Puskin de Moscú para sustituirla Marina Loshak; en 2017, la Tate Modern de Londres tendrá por primera vez en su historia una mujer directora. En Valencia, el Museo de Bellas Artes aún no ha anunciado el nombre de su director, plaza recientemente convocada por concurso público, aunque los expertos «se mojan»: «Me gustaría que fuera una historiadora del Arte», dice Contreras.