El primer concierto detonó las expectativas. El segundo, las enterró. «Pensé en no volver a tocar nunca más en mi vida», confiesa ahora Mike Fernández, guitarra y fundador de Badlands, grupo que hoy toca en el Veles e Vents dentro del ciclo de bandas valencianas Dijous al Veles.
Fue hace algo más de año y medio cuando Badlands, grupo a medio camino entre Vilamarxant y Benaguasil, se subió a un escenario a predicar a Johnny Cash. «Aquello fue de maravilla; arrastramos a todos nuestros amigos y se llevaron una sorpresa», recuerda el músico del debut en el Loco. Aquello anunciaba un nuevo advenimiento musical en la ciudad: veinteañeros pegándole fuerte al country y al bluegrass. Eso, caray, sí que era nuevo.
A las pocas semanas, en el Club 76, el grupo daba su segundo paso: «Se rompió el ukelele y el piano, yo me cargué tres cuerdas de la guitarra...». Los componentes hicieron un inciso, retirados del escenario, durante una actuación en la que a duras penas mantenían con arrojo primerizo el la batalla contra sus instrumentos. «Llevábamos dos meses tocando», suaviza hoy Fernández. Dos meses desde que él, junto a May Ibáñez (voz) y Raúl Pruñonosa (banjo), decidieron dar rienda suelta a la música que habían absorbido años atrás, desde que la madre de Pruñonosa enseñó a su hijo y por extensión al colega de su hijo los discos de John Denver o Cash, entre otros. Así que fueron adolescentes raros. Tampoco jóvenes demasiado corrientes: la anterior formación de Mike Fernández y May Ibáñez emulaba a Pearl Jam más de una década después de que el grunge se disparara una bala en la cabeza de Kurt Cobain. «Éramos muy malos y aquel grupo se deshizo por culpa del Erasmus», ríe ahora Fernández.
En cualquier caso, el sinuoso camino que eligieron para entrar en el meollo de la música les ha llevado a donde están hoy: ganadores del Sona la Dipu en 2015, segundos en el certamen de Unión Musical Española y, sobre todo, actuaciones en el Festival de Les Arts, en el Low Festival y en el Primavera Sound. «En algunos festivales es muy bonito y en otros... al final te acaban entendiendo. Supongo que al principio todos se preguntan ´qué hacen esos frikis vestidos de vaquero´», reflexiona el músico.
Pese al crecimiento de la banda en estos dos años aún hay un rito de iniciación por cumplir: un primer disco de larga duración. Hasta ahora han grabado tres EP y en el camino se han sumado músicos a la banda como Rafa Adrián (violín y teclado), Andrés Marco (contrabajo) y Pau García-Serra (batería). Pero el próximo 15 de octubre cumplirán con el bautismo del LP. «Se nos ha ido la olla. Teníamos que grabarlo en diez días y decidimos hacer un disco conceptual con una historia en diez capítulos sobre tres niños», exclama Fernández. Será, de hecho, un disco-libro que quieren presentar en clubs y librerías.
Esta presunta irreverencia de Badlands se corresponde más bien con la filosofía de la banda: «Nunca nos hemos puesto objetivos como tocar aquí o allá o fichar por tal compañía, solo nos ponemos retos artísticos», explica el músico. La premisa estuvo presente desde la formación del grupo: «Solo queríamos tocar canciones y a ver cómo funcionábamos, sin plantearnos una salida». El estilo que escogieron no invitaba a marcarse horizontes demasiado lejanos. Este otoño saldrán en Granada y Sevilla, de momento. Lo que se hubieran perdido estos músicos si aquel desastroso segundo concierto les hubiera hecho hincar la rodilla.