Román fue el máximo triunfador del segundo festejo de la feria en honor a la Virgen del Remedio. El de Benimaclet toreó con temple y mando por el pitón derecho al cuarto de la tarde. Demostró raza por el pitón izquierdo, donde el toro le llegó a partir la taleguilla. El diestro realizó un final explosivo de rodillas que puso al público en pie. Entró a matar en la suerte de recibir y dejó una estocada trasera y tendida al segundo intento. Después de pasear las dos orejas fue atendido por los doctores Quiles y Carbonell de dos varetazos en axila y muslo que no le impidieron continuar la lidia. Frente al séptimo de la tarde, con el que Raúl Martí destacó en la ejecución de un par de banderillas, Román se mostró seguro y batallador. Pasaportó al toro de una estocada algo trasera después de unas aplaudidas manoletinas. Sonaron dos avisos y cortó una oreja. Alberto Gómez realizó una labor porfiosa y decidida al primero de su lote, un animal noblote y soso. Tuvo un final de faena firme y variado y se tiró a matar con arrojo. Al tercer intento dejó una estocada casi entera que provocó derrame. Saludó una cerrada ovación. El deslucido sexto, melocotón y lucero, derribó al picador y recibió tres puyazos. Gómez, de nuevo, mostró su disposición y recetó una estocada habilidosa. Saludó una generosa ovación.
José Aguilera, que cortó una oreja de cada uno de su lote, destacó por su voluntad en el segundo de la tarde y realizó una desajustada labor frente al quinto. El colombiano se limitó a pasar de muleta a ambos oponentes sin ninguna intención artística. Juan Manuel Munera fue desbordado por el único toro que lidió, con genio y despuntado de manera indecorosa. Se lió con el descabello después de un rejón muy trasero.